Los puntos sobre las íes

Sánchez, de dictadura en dictadura (ahora China)

Al marido de Begoña Gómez hace tiempo que le dan pereza los demócratas mundiales

Todo el mundo está llevándose las manos a la cabeza por el viaje genuflexo de Pedro Sánchez a China y yo continúo sin salir de mi asombro mientras me pregunto: ¿qué tiene de anormal? Porque lo normal es que un autócrata con ínfulas tiránicas tenga mejor relación con dictadores que con líderes de democracias de calidad, con asesinos que con tipos que respetan el Estado de Derecho y la alternancia, con malnacidos que con gente que ni miente ni se corrompe por convicción y porque sabe que ése es el camino más recto al averno político. Estoy plenamente convencido de que al Sánchez concejal de Madrid que, según Gallardón, «era más de derechas que los representantes del PP», los tiranos le gustaban entre cero y nada. Pero al tipo que sisó la Presidencia del Gobierno a Mariano Rajoy con una sentencia amañada le pone y de lo lindo pactar con lo más chungo de cada casa. Alguien que se acuesta con esa ETA que segó la vida de 856 españoles, con los sicarios de Maduro y con quienes protagonizaron el 1-O está en su salsa de la mano de un sátrapa como Xi Jinping. Al marido de Begoña Gómez hace tiempo que le dan pereza los demócratas mundiales. A este respecto hay que recordar la estrecha amistad que su Ejecutivo mantiene con esa narcodictadura venezolana que ejecuta, hace desaparecer, exilia o encarcela disidentes. Su consejero áulico José Luis Rodríguez Zapatero es el único dirigente del mundo libre con permiso para susurrar al oído a Nicolás Maduro. La otra gran prueba del algodón fue el recibimiento por todo lo alto en Barajas que el putero José Luis Ábalos dispensó por orden del caudillo a la número 2 del sátrapa venezolano en enero de 2020. Hay que recordar que, por aquel entonces, Delcy Rodríguez tenía prohibida la entrada en territorio UE por los crímenes contra la humanidad perpetrados por la República Bolivariana de Venezuela. La gran duda por resolver definitivamente es si se trató tan solo de una escala técnica en la capital de España o si se descargó oro y billetes como sostienen algunas personas presentes en aquella cita clandestina. Otro que le mola a nuestro todavía presidente es Mohamed VI, que no se caracteriza precisamente por su amor a los derechos humanos. Tampoco son malas las relaciones que mantiene con otro representante de lo peor de cada casa: Miguel Díaz-Canel, cara y ojos de un régimen que lleva 65 años anulando cualquier resquicio de libertad civil en la isla hermana. Lo recibió al poco de aterrizar en Moncloa. Y ahora, de la mano de un Zapatero que es el gran lobbista de los intereses chinos en España, ha finiquitado 100 años de excelente camaradería con la mayor democracia del mundo, los Estados Unidos, para echarse en brazos de una tiranía que decreta 10.000 penas de muerte anuales y que, obviamente, considera un sacrilegio las elecciones libres, la separación de poderes y la partitocracia. Nuestro autócrata loó al jefe de Estado chino: «Es un socio imprescindible para hacer frente a la emergencia climática y a la desigualdad». Ahora resulta que la nación que más CO2 emite a la atmósfera y una de las que registra más diferencias sociales es la que acabará con el efecto invernadero y la pobreza. Manda huevos. Al secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, le faltó tiempo para advertir que con este acercamiento al gigante asiático «España se está cortando el cuello». Lo que nos faltaba. Pocas veces vino más al pelo el refrán: «Dime con quién andas y te diré quién eres».