La situación

De Sánchez a Mazón

«No hay remilgos a la hora de pactar lo que haga falta para mantenerse en el poder»

El carácter y la forma de actuar de cada líder político no depende tanto de su ideología, cuanto de su ambición. Si se trata de una ambición superlativa, y sin contornos conocidos, se tiende a cumplir la máxima de Cervantes, según la cual «pocas o ninguna vez se cumple con la ambición, que no sea con daño de tercero».

La ambición del presidente de la Comunidad Valenciana se ha expuesto sin velo desde que ganó las elecciones autonómicas de 2023. Necesitaba el apoyo de Vox para ser investido, y alcanzó un acuerdo con el partido de extrema derecha en tiempo récord: apenas dos semanas, y a solo un mes de las elecciones generales de julio de ese mismo año. Mazón asfaltó una autopista para Pedro Sánchez: el líder socialista ocupó toda su campaña equiparando al PP con Vox, y dando por seguro que Santiago Abascal sería el vicepresidente de un hipotético gobierno presidido por Alberto Núñez Feijóo. Sánchez consiguió reeditar su puesto en Moncloa.

Eso no ocurrió porque Sánchez ganara (de hecho, perdió), sino porque el presidente ha rebajado a la mínima expresión el nivel de sus escrúpulos cuando se trata de ceder ante los partidos que orbitan a su alrededor y sostienen su poder. Es indiferente si están en la extrema izquierda, o en el independentismo golpista, o si son herederos de una banda terrorista, o si acumulan una suma de todas esas características. Ese desahogo era incomprensible en la democracia española de otros tiempos. Pero las barreras se fueron agujereando durante los gobiernos que necesitaron pactar con Jordi Pujol, y han colapsado por completo con la ilimitada ambición del actual presidente. Y ese estilo ha creado escuela. Carlos Mazón es un alumno aventajado: no hay remilgos a la hora de pactar lo que haga falta para mantenerse en el poder.

El presidente valenciano ya fue un problema para Feijóo cuando firmó su citado pacto de coalición con Vox en 2023. Ha sido un problema para Feijóo desde que se produjo la dana. Y ahora vuelve a ser un problema para Feijóo al pactar los presupuestos, otra vez, con Vox. En Moncloa están felices.