Editorial
La sanidad como medio para acabar con Ayuso
La gente y sus necesidades siempre serán lo primero, casi lo único, para el gobernante. Luego, las urnas pondrán a cada uno en su sitio como han hecho siempre en Madrid
No hubo sorpresas en las calles de la capital. Se cumplió el guion. Miles de personas secundaron el llamamiento de la izquierda en un mitin político en toda regla contra Isabel Díaz Ayuso. La sanidad madrileña es el medio para alcanzar el fin que es acabar con el liderazgo de la presidenta de la Comunidad de Madrid, respaldada en las urnas por más ciudadanos que todas las siglas de la oposición unidas, y con la hegemonía del centro derecha en la región. No faltó un líder a la movilización ni una declaración pública más o menos altisonante y eso que pretendían ceder el protagonismo a las presuntas organizaciones de la sociedad civil que orquestaron la protesta. El servicio de salud que atiende a los madrileños a diario nunca resultó menos protagonista que en las marchas de ayer, en las que sí se escucharon exabruptos, insultos e infamias contra la presidenta del PP madrileño. El «Ayuso nos mata», «nos recorta la vida» o «terrorismo sanitario» se convirtieron en las ideas fuerza con las que la izquierda pretende recomponer y recuperar unos hospitales y unos centros ambulatorios, que, conforme a su relato, agonizan hasta niveles de servicio y de atención tercermundistas. Si instrumentalizar y manosear la salud y la vida de los pacientes no fuera un asunto tan crítico, el papel del PSOE, Unidas Podemos, Más Madrid, Comisiones, UGT y demás resultaría grotesco por la desconexión con la verdad y en especial con el sentimiento de una ciudadanía hastiada de una clase de políticos que utiliza el dolor, la necesidad y hasta la tragedia que anidan en la enfermedad. Porque la hecatombe sanitaria, la malvada privatización, los cierres de los centros de salud, el abandono general..., todas estas colosales trolas, son capítulos de una fábula que se remonta décadas en la memoria de la región. Si fueran ciertas, los madrileños no gozarían de una atención médica entre las mejores de Europa ni de una esperanza de vida en el podio mundial, sino de aquello que lamentan en Venezuela, Nicaragua o Cuba. Ni siquiera les pareció positivo que Esperanza Aguirre inaugurara más de una decena de hospitales o que ahora Díaz Ayuso levantara el Zendal que salvó tantas vidas en plena pandemia. Tal es el sectarismo y la inquina en las que cimentan su manera de hacer política contra la presidenta de la Comunidad de Madrid. La meta únicamente pasa por conquistar el poder a cualquier precio, el primero, el de la verdad. Habrá nuevas reuniones con el comité de huelga, que ya no representa a casi nadie, y que reúne su menguante fuerza en los partidos y los sindicatos, con el altavoz mediático correspondiente. Su estrategia de sabotear el acuerdo persistirá hasta mayo y sus exigencias nunca remitirán. El gabinete de Díaz Ayuso debe seguir con sus actuaciones e inversiones para optimizar una prestación esencial para los ciudadanos. La gente y sus necesidades siempre serán lo primero, casi lo único, para el gobernante. Luego, las urnas pondrán a cada uno en su sitio como han hecho siempre en Madrid.
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