Tribuna

Semana Santa y mi opinión sobre el TC, la LOMLOE y el Sínodo alemán

Humildad y paciencia. Hacer la voluntad de Dios, o lo que Dios quiere: la unidad, la comunión en la fe, esperanza y amor

Con la bendición y procesión de ramos y de palmas iniciaremos el domingo la Semana Santa, en que los cristianos celebramos los acontecimientos centrales de la historia: la pasión y muerte en cruz de Jesucristo, la institución de la Eucaristía, la resurrección. Es la revelación suprema de Dios, de su amor, su perdón infinitos por amor a los hombres sin límite, de la unidad, de la reconciliación… Todo entraña la invitación a una vida nueva marcada por la fe y la caridad, el amor, que se nos da en el misterio pascual de la Semana Santa. Semana Santa, semana de la verdad de Dios y del hombre y semana de la unidad.

La semana pasada mostraba mi indignación aquí, en esta página, ante la declaración del TC sobre constitucionalidad de la ley del gobierno Sánchez que regula la eutanasia, y podría haber añadido mi indignación semejante, ante la declaración de constitucionalidad de la Ley orgánica sobre enseñanza denominada LOMLOE. ¿Se han leído bien y han entrado a fondo los autores de esta declaración en el artículo 27 de la Constitución Española con todo lo que entraña este artículo, hasta motivar incluso, en su día, la retirada de la ponencia de la Comisión Constitucional de los representantes del PSOE y la firme posición, mantenida, gracias a Dios, por la UCD, por D. Adolfo Suárez González? ¿La LOMLOE puede definirse como Ley de educación o más bien de enseñanza? ¿Trata de formar hombre y mujeres con sentido –último– en sus vidas, personas libres, críticos, conscientes y creadores o más bien seres asimilados al sistema, al ambiente, obedientes y sumisos, resignado? ¿Propugna, busca y conduce a la verdad, a la concordia, la fraternidad y la unidad o más bien conduce a un relativismo gnoseológico y ético y a una disidencia y división o enfrentamiento de los ciudadanos o con la visión distorsionada de la historia o de la «memoria histórica y democrática»? Pues todo eso es y entra en el artículo 27 que diseña admirablemente la enseñanza y educación del futuro de los españoles y que debería tenerse en cuenta para aprobar o no su constitucionalidad y no negarla de hecho, como estamos viendo en su puesta en práctica con cargas ideológicas, por ejemplo la ideología de género que se impone, o con la reducción de la razón, a la razón instrumental y técnica o con la «memoria histórica».

Pero dejemos tranquilo al TC y pasemos a otra cuestión que me preocupa aún más hondamente y me hace sentir un vivo dolor en todo mi ser más profundo. Me refiero a algunas conclusiones del Sínodo Alemán que desgraciadamente me hacen recordar aquella otra disensión de hace quinientos años acaecidas en las mismas tierras y que produjeron un desgarro en la Iglesia que es preciso, necesario y urgente superar. Y por eso hay que rezar, sin cesar, por la recuperación de la unidad herida o rota. El Papa Francisco, al iniciarse o convocarse este Sínodo escribió una carta a la Iglesia que está en Alemania preciosa, que me hacía saltar las lágrima y me recordaba, personalmente, a Benedicto XVI en su contenido y recomendaciones de ir a lo esencial de la fe y mantener la unidad, la comunión de la que es expresión la sinodalidad de la Iglesia. No se hizo caso a esta carta del Papa Francisco, no se tuvo ni se ha tenido en cuenta la llamada de atención del Papa que es vínculo de comunión eclesial y salvaguarda de la comunión eclesial que garantiza, sino que el Sínodo partió o siguió partiendo de ideas preconcebidas fruto de la subjetividad o del ambiente cultural, de la moda actual; la cultura o las ideas subjetivas preconcebidas, sobre afirmaciones morales, sobre todo referentes a la sexualidad, o posiciones sociales. No han tenido en cuenta a la Iglesia «Católica». No ha sido la Iglesia que recibimos sino la que nosotros hacemos, no ha sido la Iglesia, «dada y recibida» la aceptación obediente y libre de sus enseñanzas también morales, la Tradición, la comunión de la Iglesia en la fe y, la Iglesia que nos precede las que se han tenido en cuenta y han regido y conducido el Sínodo sino criterios extraeclesiales del mundo, ajenos a la iglesia. Y se han llegado a conclusiones, conocidas de todos, sobre la ordenación sacerdotal de las mujeres, o la petición de revisión de normas morales sobre la sexualidad, o las orientaciones sobre la homosexualidad, contrarias a lo que enseña para toda la Iglesia el Catecismo de la Iglesia Católica, y no olvidemos que el Catecismo es «compendio de toda la doctrina católica tanto de la fe como de la moral», que presenta «una exposición completa e íntegra de la doctrina católica, gracias a lo cual, cualquiera puede conocer aquello que la Iglesia Católica profesa y celebra, lo que vive y ora en su quehacer diario, aprobada por el Papa, con la colaboración múltiple y complementaria de los diversos miembros de la Iglesia, realizándose el concurso de tantas voces que expresa verdaderamente lo que se puede llamar sinfonía de la fe». Con este Catecismo la Iglesia dispone de esta exposición nueva autorizada de la única y perenne fe apostólica que servirá de instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial y de regla segura para la elaboración de los catecismos locales, esto es, para la enseñanza de la fe en las diversas iglesias (San Juan Pablo II, Carta Apostólica Laetemur Magnopere).Esto es lo que el Sínodo de la Iglesia no ha tenido en cuenta. Por tanto los sinodales de Alemania han roto, o quebrado la comunión eclesial. Profundo dolor y lamento por esta disidencia. Recemos para que se reconduzca. Pedimos que el Papa, a quien nos unimos, que actúe como el Espíritu Santo dicte, le de sabiduría y discernimiento, le ayude a garantizar y consolidar la comunión eclesial en este asunto tan delicado que preocupa a toda la Iglesia, desconcierta a todos, y de una manera muy principal a los fieles cristianos que viven en Alemania y se encuentran perplejos y dolidos. Que guíe a los Obispos en Alemania, para superar esta división entre ellos y con los fieles a ellos encomendados. Nos unimos en plegaria a toda la Iglesia que está en Alemania, a los Obispos, para que «vuelvan» unidos, y a la comunión y no hagan sufrir a la Iglesia con una nueva herida que tanto dolor está causando. Y que todos interpretemos y apliquemos adecuadamente la sinodalidad, que no es posible ni verdadera sin la comunión eclesial, como debe entenderse. Sólo Dios, revelado en Jesucristo, presente en su Iglesia, este debe ser el horizonte. Humildad y paciencia. Hacer la voluntad de Dios, o lo que Dios quiere: la unidad, la comunión en la fe, esperanza y amor. Pero lo importante es lo que celebramos en la Semana Santa, ante lo cual todo palidece, y nos llena de esperanza, de vida nueva, de fe y de amor. VIVAMOS LA VERDAD DE LA SEMANA SANTA Y TODO SERÁ NUEVO Y DISTINTO.

Antonio Cañizares Lloveraes cardenal y arzobispo emérito de Valencia.