Y volvieron cantando
Solar en peligro de derrumbe
Los actuales cargos orgánicos del partido socialista responden a toques de corneta y cierres de filas como el del pasado fin de semana
«Que alguien encienda las luces de emergencia para que no se nos acabe vendiendo el solar» apuntaba fuera de micrófonos el presidente castellano-manchego García-Page durante la cita de Sevilla para la reafirmación de la burbuja sanchista, en un rictus de impotencia que iba más allá de la mera anécdota por encabezar la delegación más «apestada» y paradójicamente procedente del único territorio donde se gobierna con mayoría absoluta. Y es que hubo un tiempo en el que los «barones» que arrasaban en las urnas aparecían en sus cónclaves nacionales como auténticas «primas donnas» depositarios de las llaves que guardan los graneros de votos. El partido socialista de las risas nerviosas –ya saben, el que se exhibió este pasado fin de semana con el congreso federal de menos debate interno en sus casi 150 años de historia– ha culminado su proceso de bunkerización con la constatación de ser una organización exclusivamente volcada en el mantenimiento del poder vía gobierno del estado, incluso pagando el alto precio de hipotecar el futuro como partido y de ser hoy una organización cuyas propuestas de mayor relumbrón dentro del debate de las ideas hacia un proyecto de país pasan por las condiciones de los trans en competiciones deportivas, la denominación semántica de los colectivos LGTBI o hasta la suspensión de militancia a afiliados «puteros» (nada sobre robar o malversar) propuesta por el PSOE de Cáceres tal vez más preocupado por el sexo de pago que por la calamitosa situación del transporte ferroviario extremeño.
Sánchez ha dejado atado y bien atado el organigrama de su partido, primero para cerrar filas ante lo que se avecina en clave judicial que no será poco y segundo para blindarse a futuro ante una eventual pérdida del poder, pero basta con que el poder desaparezca para que todas las estructuras empezando por la clave de bóveda se vengan abajo. Los actuales cargos orgánicos del partido socialista responden a toques de corneta y cierres de filas como el del pasado fin de semana porque tienen mucho que perder si Sánchez deja La Moncloa y porque atisban lo más parecido a un verdadero y auténtico abismo en el post PSOE que ahora conocemos. Prima en una inmensa mayoría el vértigo personal frente al debate de las ideas y un modelo país. Se trata de aguantar en el solar, aun a sabiendas de que puede acabar vendido.
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