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Solo una minoría de los hogares considera que su economía ha mejorado

El incremento acumulado del precio de la vivienda se ha encarecido en un 12,7% y la alimentación en un 6,3%.

Se acercan las Navidades y las familias empiezan los preparativos para las celebraciones, con los viajes y los regalos propios de este periodo festivo. Entre los gastos, el que más preocupa a la población en general es el de los alimentos, que, algunos de ellos, tradicionalmente suben de precio por estas fechas, debido a la demanda que se genera, comúnmente el besugo, el cordero y ciertos mariscos. En estos días circula por las redes sociales el enorme incremento del precio de una concreta marca de turrón de chocolate, que en los últimos años se ha encarecido más de un 80%, pasando de valer cerca de 3 euros en 2020, a cerca de 5 este año, además de la «reduflacción», que es la menor cantidad de producto por envase ofrecida; si antes la tableta pesaba 260 gramos, ahora pesa 230 gramos.

Pero, ¿cómo influye realmente la inflación en la economía española? Esta afecta no so-lo en el caso de los alimentos, sino también en la vivienda, por ejemplo, y en otras muchas facetas del día a día de las familias, y no solo en Navidad.

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Big dataA. CruzLa Razón

La previsión del Banco de España para diciembre de 2025 sitúa la inflación general en el 3,7%. La previsión es que sea menor que la registrada en 2024, que fue del 2,8%, pero superior a la del ejercicio 2023, que quedó en el 3,1%. Pero no todos los productos y servicios tienen el mismo comportamiento inflacionario. El Instituto Nacional de Estadística (INE) revelaba que, al cierre del segundo trimestre de 2025, el incremento acumulado durante el año del precio de la vivienda se había encarecido en un 12,7% y la alimentación en un 6,3%.

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicaba recientemente el informe Índice de Confianza del Consumidor de septiembre de 2025. En el mismo, el 31,4% de las familias españolas afirmaban que en los últimos seis meses había empeorado su situación económica, y el 57,5% lo achacaba directamente al alza continuada de precios. En el mismo estudio se preguntaba a los ciudadanos su parecer sobre la evolución del precio de la vivienda: el 80,3% afirmó que seguirá subiendo.

Al igual que la fiebre es un síntoma de que algo no va bien en nuestro organismo, en la economía enferma es la inflación. Las causas de la inflación son varias; la tensión entre oferta y demanda, mayor demanda que oferta, hace que los precios escalen. También la inflación crece en España por el encarecimiento de materias primas y de la energía, de mano de obra, y subidas de impuestos –este Gobierno es el más extractivo de los últimos tiempos, con récords de recaudación fiscal vía impuestos, que en algunos casos podrían considerarse confiscatorios–, y tercera, y protagonista destacada en nuestra subida del IPC, el crecimiento desmedido de la masa monetaria puesta a disposición de empresas y familias. Un gasto público descontrolado que ya absorbe el 37,1% de la riqueza nacional y que no es suficiente para mantener la expansión de gasto del Estado, que se ve necesitado de recurrir a la deuda pública, situándose la española al cierre fiscal de 2024 en 1,594 billones de euros, equivalente al 101,8% de nuestro PIB.

El Gobierno actual ha apostado por mero cálculo electoral y clientelismo político, por el modelo inflacionista, por el crecimiento del consumo interno, subiendo salarios y pensiones para aumentar el poder adquisitivo, en incrementar el consumo de bienes y servicios, en detrimento del modelo exportador, que para ganar competitividad y productividad en el exterior, devalúa, y no actualiza, salarios y pensiones.

El Banco Central Europeo (BCE), a través de los tipos de interés, contribuye a calentar o enfriar la economía. En la crisis económica iniciada en 2008, el temor a que la recesión económica derivara en una deflación implementó un importante descenso de los tipos de interés, que pasaron del 4,25% en julio de ese año al 0,0% en marzo de 2016, y que se mantuvieron a cero hasta junio de 2022, que subieron al 0,5%. Pero en 2022, ante la escala inflacionaria, el BCE puso en marcha un plan inverso al de 2008: subir los intereses para limitar la oferta de dinero para reducir el consumo y la inversión de familias y empresas. En el verano de 2023 llegó a estar en el 4,50%, su máximo, y 2024 comenzó a bajar, cerrando 2014 con el 3,15%. En 2025 hemos pasado del 2,9% en febrero al actual 2,0%.