Al portador

Sólo puede quedar uno y no quiere pagar

«La gran batalla catalana es la de Puigdemont y Junqueras y la propuesta de pacto fiscal es un recurso desesperado de ERC»

Álvaro Figueroa y Torres (1863-1950), conde de Romanones, siempre cínico, advertía de que «los enemigos nos siguen hasta la muerte». Las elecciones catalanas, convocadas más por apremio que por necesidad por Pere Aragonés, de ERC, enfrentan de verdad a Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, incluso aunque no se presenten como candidatos. El líder de ERC no puede por inhabilitación y el de Junts lo anunciará esta tarde en Elna (Francia), al lado de Perpignan. Los dos caudillos «indepes», en teoría uno de izquierdas y otro de derechas, lo que persiguen sobre todo es la destrucción de su rival, su muerte política y allí estarán hasta que la consigan. Hay muchas cosas en juego en las urnas catalanas, pero la primera es quién va por delante, el prófugo de Waterloo o el jefe de Aragonés, con el que por cierto no se entiende demasiado y cree que tampoco es un buen candidato.

El ahora presidente de la Generalitat en funciones, nervioso, se ha sacado de la manga una propuesta –inviable desde el punto de vista técnico– de pacto fiscal, al estilo vasco y navarro, como penúltima bandera electoral. Es muy similar a lo que le planteó Artur Mas a Mariano Rajoy en 2012 y en cuyo rechazo –obligado– está el origen auténtico del «procés». Aragonés, porque insiste en que ERC es «indepe» de izquierdas, adorna su exigencia con la oferta de un «fondo de solidaridad» con el resto de Comunidades Autónomas que, por supuesto, con el paso del tiempo quedaría en nada. Clemente Polo, catedrático emérito de la Universidad de Barcelona, asesor en sus tiempos de Felipe González, lo explicó hace una semanas: «En Cataluña, la idea es no pagar nunca la deuda». Puigdemont y los suyos acusan a Junqueras y Aragonés de haber convertido a ERC en una sucursal del PSOE. El rechazo inicial de Sánchez –hasta las elecciones– de un «cupo catalán» podría venirles bien a los socialistas y a ERC. Tras el resultado de las urnas, ¿quién sabe? También por eso, Puigdemont, se presente o no se presente, entrará en la campaña electoral como elefante en cacharrería, caiga quien caiga y, porque solo puede quedar uno, pretende acabar con su enemigo Junqueras y que no le siga hasta la muerte –política– como sentenciaba Romanones.