«De Bellum luce»

El sueño húmedo de los pretorianos de Sánchez

Sánchez se ampara en la idea de que todo es legítimo si sirve para mantenerse en el poder.

Los manuales clásicos de ética política son hoy como los mapas de carreteras o aquellas enciclopedias en 40 tomos. Acertaba Savater cuando en su Ética para Amador puntualizaba, para que nadie le cogiese ojeriza de antemano, que lo suyo no era una narración con una serie de ideas morales, ni aspiraba tampoco a ser un manual sobre cómo actuar en situaciones prácticas de la vida. Ya sabía él que cada vez nos gusta menos que nos dicten mandamientos de conducta. La adoración al libre albedrío nos ha llevado a que la transparencia, la responsabilidad, el respeto a la palabra dada, los límites al poder y el compromiso con el bien común sean vistos como los códigos de caballería medieval. En si es antes el huevo o la gallina, si la culpa está en la sociedad, o en el ejemplo de la política, está la discusión, pero es evidente que la ética en los tiempos de esta coalición es como un manual de instrucción de un fax. El bien común se invoca cada día desde Moncloa, pero cuesta distinguirlo de la supervivencia parlamentaria, y la fácil conclusión para la derecha es que Pedro Sánchez se ampara en la idea de que todo es legítimo si sirve para mantenerse en el poder. Pero el problema es que la erosión ética tiene un efecto contagioso. Y si la lógica del sanchismo se normaliza con réplicas con parecido cinismo, sin que la exigencia clara de regeneración se imponga sobre el ruido parlamentario, estamos ante el verdadero daño de esta etapa política. Entre los veteranos, a derecha y a izquierda, que vivieron los primeros tiempos de la generación Z en el Congreso de los Diputados, el pesimismo gana por goleada. Detectan factores estructurales que impiden que se vuelva al modelo y a los códigos del pasado. Desde las demandas territoriales y las identidades autonómicas, hasta esa polarización creciente o el desgaste institucional. Estoy con ellos en que es muy poco probable que veamos una vuelta exacta al bipartidismo clásico, pero sí es mucho más probable que en las próximas elecciones avancemos hacia un escenario de un bipartidismo asimétrico, con Vox como agente decisivo. Los ideólogos del «sanchismo» llevan toda la era de Pedro trabajando para conseguir que se asienten dos bloques, el progresista, de izquierdas, con nacionalistas, independentistas y fuerzas periféricas, y el bloque de la derecha, donde al PP solo le quedaría Vox para pactar. Hoy no tienen más aspiración que lograr que a Feijóo le apriete tanto Abascal que eso sirva de justificación para que sigan los herederos de Pedro, ya en la oposición.