A pesar del...
Sumar poco
Doña Yolanda Díaz ignoró que la diferencia fundamental entre la sanidad pública y la privada es que los ciudadanos pagan a la fuerza la primera y voluntariamente la segunda
Leí en «El País» que doña Yolanda Díaz «entró de lleno en el debate» sobre la sanidad, y tuve interés en revisar sus propuestas para Sumar. Sin embargo, sumar, lo que se dice sumar, la vicepresidenta y Sumar suman poco.
Sus ideas son repeticiones de las consignas antiliberales de la izquierda, empezando por acusar al Partido Popular de todos los males. Habló así Díaz de salvaguardar «la joya de la corona del Estado del bienestar» frente a un pérfido Núñez Feijóo que pretende «desmantelar la sanidad» y convertirla en «un negocio» ajustado al modelo de «sálvese quien pueda».
Todo esto es un dislate, porque ni el PP quiere privatizar todo, ni los negocios son la ley de la selva. El Estado de bienestar es un dogma tanto para la izquierda como para la derecha. Puede que esta se atreva a explorar más las posibilidades de la llamada «colaboración público-privada» y cosas por el estilo, pero nadie en la derecha cuestiona el enorme gasto en los servicios públicos financiados con cargo al sufrido contribuyente.
Los negocios y el mercado no son el reino de «sálvese quien pueda» sino el de los contratos y las leyes. Doña Yolanda Díaz ignoró que la diferencia fundamental entre la sanidad pública y la privada es que los ciudadanos pagan a la fuerza la primera y voluntariamente la segunda. No dijo ni una palabra sobre los impuestos, como si la sanidad pública fuera realmente gratuita, y lanzó una serie de propuestas para aumentar el gasto, desde renovar plantillas, hasta ampliar servicios, incluyendo salud mental, dental y óptica. Como si eso no significara obligar a la gente a pagar más, y como si tales servicios no fueran prestados ya satisfactoriamente por la sociedad civil –véase: «Mental y dental», aquí: https://bit.ly/3YIqyrG.
Propuso un «gran contrato democrático por la sanidad pública» y afirmó que, en contra del PP, en Sumar apuntan a que «defendamos un modelo basado en los derechos».
Otra vez, esto muy llamativo, porque la democracia significa que el pueblo elige, y los contratos son opciones voluntarias de las mujeres y los hombres. Y no es eso lo que propone Sumar. Por fin, no se puede defender «un modelo basado en los derechos» cuando el modelo estriba en violar el derecho de los ciudadanos a conservar lo que es suyo.
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