
El canto del cuco
La tentación autocrática
No es extraño que la profunda preocupación que le atenaza, a él y a su familia, se vea reflejada en el deterioro de su rostro a pesar de lucir un intenso bronceado
Después de escuchar a Pedro Sánchez la otra noche en TVE se confirma que este hombre no tiene intención de dejar el poder, haya o no haya presupuestos, cuente o no con respaldo parlamentario, se atreva la Justicia a sentar en el banquillo de los acusados por corrupción a su familia -su mujer y su hermano- y a los miembros de su círculo político más cercano -Ábalos, Cerdán, Koldo- . Tampoco le importa perder la confianza del pueblo y del Rey. Le da lo mismo todo. Los presupuestos se prorrogan las veces que hagan falta, el Parlamento es un incordio , un sitio para la bronca, una institución inservible; los jueces que acusan a la familia presidencial hacen política a favor de la derecha, el pueblo que le abuchea ¿qué sabe el pueblo?, y el Rey no pasa de ser una anticuada e inútil figura decorativa, con la que despacha Bolaños, el ministro multiuso. ¡Donde esté la República...!
Se extiende la opinión de que estamos ante un político acorralado, sin salida, con tentación autocrática, mantenido artificialmente en el poder por los separatistas de la periferia a cambio de amnistías, cupos y otras ventajas económicas. Él se presenta, sin embargo, como adalid del progresismo, dispuesto a hacer frente al «trumpismo» y al avance de la ultraderecha. Esta especie de mesianismo laico contra las fuerzas del mal le sirve para contar aún con el apoyo de sectores radicales de la izquierda. El otro argumento más utilizado por la gigantesca maquinaria de propaganda oficial es el económico. Se lanza constantemente a los cuatro vientos que la economía va bien y que es la que más crece en Europa, sin que la oposición sea capaz de contrarrestar con el mismo empeño este mensaje optimista poniendo de relieve la pérdida de poder adquisitivo de las familias durante el sanchismo, el dramático problema de la vivienda, el temible aumento de la deuda y otras graves anomalías.
A medida que se confirma la «bunkerización» del sanchismo, se abre paso el convencimiento de que la resistencia de Pedro Sánchez a dejar el poder obedece, sobre todo, al miedo a quedar a la intemperie y caer en manos de la Justicia. El desvarío de su política internacional y el consiguiente descrédito de su figura en Europa, Israel, Estados Unidos y gran parte de Iberoamérica le dejan pocas salidas dignas en el exterior. No es extraño que la profunda preocupación que le atenaza, a él y a su familia, se vea reflejada en el deterioro de su rostro a pesar de lucir un intenso bronceado.
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