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La Razón
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Para muchos españoles las palabras pronunciadas por el Rey en la Pascua Militar han podido parecerles protocolarias, sin contenido. Desde luego, no opino lo mismo. Y coincide conmigo un atento analista sueco que ,desde la distancia, me felicita por tener un Rey «que expone tan brillantemente los problemas reales que vivimos». Porque a los conceptos de «vocación de servicio a los demás» haciendo hincapié en que «arriesgar la vida para proporcionar seguridad es inherente a la esencia de la profesión militar», el Jefe de las Fuerzas Armadas añadió: «Seguridad que todos los días y sin bajar la guardia proporcionáis y garantizáis en nuestros espacios de soberanía ya sea en los ámbitos terrestres, marítimos, aéreos o cibernéticos».

La cita de este último ámbito llama la atención al analista. En ella me detengo por su extraordinaria importancia.

Ya vamos conociendo el efecto que posiblemente hayan podido tener ataques informáticos en las elecciones USA. Una encuesta publicada recientemente en LA RAZÓN señalaba que un 63% de sus lectores creía que los ciberataques del espionaje ruso contribuyeron a la victoria de Trump. El propio presidente Obama ha entonado el «mea culpa» por haber subestimado el papel de la propaganda rusa.

Estando como estamos a las puertas de elecciones en Alemania y en Francia, es lógico que los europeos nos sintamos preocupados, cuando seguramente solo «conocemos de la misa la mitad». Como reconoce un buen mando de Defensa : «Es un área vital que hay que atender permanentemente». Otro ratifica: «el impedir las agresiones sobre nuestros propios sistemas nos obliga a estar atentos las 24 horas de los 365 días del año».

Con una previsión que nos honra, en febrero de 2013 el Ministerio de Defensa creaba el Mando Conjunto de Ciberdefensa (BOD 40/2013) que se integraba como componente principal en la estrategia y el sistema de ciberseguridad nacional. Este, define a su espacio específico como «dominio global y dinámico compuesto por infraestructuras de tecnología de la información –incluyendo internet– redes de telecomunicaciones y sistemas de información». En resumen Defensa sitúa al mando del espacio cibernético como un componente más, tal y como lo hacen el terrestre, el marítimo, el aéreo y el de operaciones especiales. España es pionera en este concepto, que otros países de nuestro entorno van adoptando. Israel está estudiando seriamente, incluso, crear un cuarto ejército cibernético.

La Estrategia de Ciberseguridad Nacional (ECN) trata de la presencia, defensa, detección y respuesta frente a las amenazas específicas. En cinco capítulos señala las características que la definen, en la que prevalece su elevada dependencia de la economía, una visión integradora en la que implica a las Administraciones Públicas al sector privado y a los ciudadanos y una capacidad para canalizar e integrar iniciativas internacionales. Porque como dijo la ministra este mismo día «las fronteras entre seguridad interior y exterior se han difuminado» y «ninguna nación puede asumir por sí sola su seguridad y la defensa de sus intereses».

La ECN define objetivos para las Administraciones Públicas, empresas e infraestructuras críticas, para los ámbitos judiciales y policiales, para sensibilizar y concienciar a los ciudadanos, para capacitarnos en el conocimiento de las innovadoras y cambiantes tecnologías y para contribuir a la ciberseguridad internacional, especialmente la europea.

Nuestro sistema se estructura bajo la dirección del Presidente del Gobierno en el Consejo de Seguridad Nacional que cuenta con el apoyo de un Comité Especializado de Ciberseguridad y un Comité Especializado de Situación que gestiona posibles situaciones de crisis que por su carácter trasversal o por sus dimensiones, desborden las capacidades de respuesta. Estos comités actúan de forma complementaria. Por supuesto un robusto sistema de inteligencia y contrainteligencia se encaja en el sistema.

Reconocido el problema incluso por un presidente norteamericano, preocupados y atentos a las posibles repercusiones en elecciones europeas, bien conocidos casos de movimientos en Bolsa que han sacudido los cimientos de la economía mundial, no deben extrañarnos las medidas palabras de nuestro Rey. Y cuando habla de preocupaciones, de esfuerzos o de integración, habla de un mundo abierto no solo a la cultura y el conocimiento, sino también a los riesgos. Y si perdemos la información, si nuestra incapacidad de prever se convierte en permanente, si cualquier información «viral» puede trastocar planes de un gobierno o movilizar a las opiniones públicas hacia situaciones extremas, perderemos nuestro ser. Es bien conocida la frase de que en la selva no vence el animal más fuerte sino el mejor informado. No está muy lejos nuestro mundo del concepto de selva, aunque lo vistamos de cultura, de ocio o de conocimientos. Diría más: se han perdido valores que en la propia selva se respetan.

El mensaje final que pasa S.M. es claro: «que los españoles comprendan que la seguridad es esencial para el desarrollo y prosperidad de un país libre y democrático».

En cierto sentido me duele que un analista sueco sacuda mi conciencia y me obligue a reflexionar. También se lo agradezco.