Crítica de cine
Cuento de Navidad
Después del esperpento del año pasado, en el que a partir de una idea normalita de famosos cantando se acababa con una producción grotesca que logró una casi total unanimidad en las críticas, Loterías ha cambiado radicalmente para contar un precioso cuento de Navidad muy bien planteado y realizado. Desde su primera emisión, el bar de Antonio se ha convertido en el tema de moda, o «trending topic», como se dice ahora. Por supuesto que tampoco faltan críticas y parodias por internet, pero como ocurre en las buenas campañas de publicidad, lo que hacen es incrementar la popularidad e interés por el anuncio, uno de los mejores de los últimos tiempos.
La agencia Leo Burnett ha recurrido a un clásico de la publicidad navideña, una bonita historia de generosidad, amistad, compañerismo, lealtad y nobleza, y ligarla al producto de forma natural, pues raro es el español que no comparte algún décimo o participación en el mayor sorteo del año. Como ya hiciera hace un tiempo la abuela que regalaba «anónimamente» un cupón de la ONCE premiado a su hija, en este caso es el dueño del bar que le da un décimo del «gordo» a su amigo y cliente habitual, aunque no lo había comprado. La emotividad y sentimientos que transmite la historia es indiscutible, y además vende el producto de forma impecable para que nadie deje de comprar décimos y participaciones, como la campaña que la misma Lotería utiliza en verano con el «¿Y si cae aquí?».
Tema aparte es la polémica que la campaña ha despertado en el sector publicitario, y que muestra uno de los males del propio sistema. La Administración pública convoca un concurso para adjudicar la campaña y las agencias invierten mucho tiempo y dinero para intentar ganarlo, aunque sólo logrará amortizarlo la que gane. Las agencias recurren a otras empresas y profesionales para presentar sus ideas lo mejor posible, que suelen trabajar gratis con la esperanza o promesa de que si se gana el concurso estarán en el proyecto y podrán cobrar. En este caso, al director de fotografía que trabajó gratis en la maqueta que ganó el concurso, Jon Domínguez, no le llamaron cuando se rodó el anuncio real, y así lo dijo en las redes sociales. Pero como respondió la agencia, se trata de una práctica bastante habitual en el sector. Lo que no quita para que sea muy fea, poco ética y que, en la vida real, la agencia y la productora han hecho lo contrario de lo que cuenta la preciosa historia del anuncio.
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