India
Donde no aman a las mujeres
La India es fascinante, quizás el país con mayor número de lugares sagrados del mundo. Carece de historia al estilo occidental: mientras Occidente acumula hechos, acontecimientos de trascendencia decisiva, batallas o el recuerdo de sus grandes epopeyas, en la India han olvidado en buena medida todo eso para centrarse en lo que de verdad les importa: las gestas religiosas. Allí todo está relacionado con la religión. Los antiguos palacios han sufrido la inclemencia del tiempo, han sido abandonados y luego han desaparecido, pero los templos de los tiempos antiguos resisten, marcando la angustiada búsqueda mística que llevó al país incluso a dar cabida a esa religión sin dioses que es el budismo en su idea primitiva. Abundan los ídolos, se llevan a cabo complicadas prácticas religiosas y la multitud vive enfervorizada; confluyen las especulaciones metafísicas del brahmán y el aluvión de sectas y creencias de la muchedumbre inculta que da vida a un nebuloso conglomerado de creencias indoístas.
Muchos occidentales se sienten hechizados por la India, han recorrido Benarés, «El loto del mundo», la ciudad de los mil santuarios, en un vibrante éxtasis contemplativo. Consideran que el pueblo indio es fervoroso, encantador, pacífico. Incluso dicen «hindú», cuando deberían decir «indio», porque piensan de forma errónea que la palabra «indio» es ofensiva (pero es un simple gentilicio). Por eso están verdaderamente sorprendidos ante la «ola» de violaciones que se viene produciendo en el país; no parece hacer juego con la idea de inocencia que tienen de los simpáticos indios de sonrisa amigable, cuerpo delgado y estrecha cintura aniñada.
Sin embargo, según el Buró Nacional de Registros Delictivos, (NCRB, por sus siglas en inglés), la violación es el delito que aumenta más rápidamente en India. En 2009 se consignaron 21.397 violaciones y 25.000 secuestros de mujeres, mientras en 1990 el número fue de 10.068. Hablamos de casos que han sido denunciados y por tanto, inscritos. Seguramente son muchísimos más, lo que ocurre es que una gran parte no se notifica siquiera; por ejemplo, cuando la mujer es menor de 16 años o cuando teme, con razón, la vergüenza que caerá sobre ella y su familia.
Los expertos aseguran que son varios los elementos que contribuyen al aumento de las violaciones: la creciente urbanización, la falta de una educación basada en valores (¡en el país más religioso del mundo!), pocas relaciones sociales saludables, la presencia de matones y el fácil acceso a la pornografía a través de internet. Dicen que, además, a las mujeres «les ha dado» por denunciar las violaciones porque las oficinas legales las alientan a demandar a sus agresores, con lo que empeoran las estadísticas delictivas. También se está disparando la cifra de mujeres que mueren después de ser violadas. Las violaciones en grupo suelen ser habituales y en ellas participan incluso jóvenes menores de edad. Se están acrecentando asimismo las violaciones incestuosas, con lo que las víctimas muchas veces se niegan a hablar del asunto. La inseguridad de las mujeres es creciente.
No sólo las indias se ven perjudicadas por esta atroz violencia sexual, sino que las mujeres occidentales son, cada vez más, violadas. Turistas casi siempre. Hay quien achaca el «escándalo» de las occidentales violadas en India al hecho de que la mujer blanca no sabe viajar por Asia, pues «se viste como una prostituta», o sea: como lo haría en su país y en su ciudad, enseñando alegremente su cuerpo sin darse cuenta de que se halla en un territorio donde los códigos de la vestimenta y el decoro son muy distintos a los que ella conoce. Sin embargo, en mi opinión no parece que la proliferación de violaciones a extranjeras en India se deba solamente a la manía de las occidentales por ir ligeras de ropa, aunque es posible que ello tampoco las ayude a pasar inadvertidas. Lo que a mi entender está ocurriendo tiene que ver, sobre todo, con el terrible desequilibrio entre los sexos que existe en India: el bárbaro feminicidio que se practica allí de manera implacable y ancestral se ha acentuado en la época moderna desde que es posible conocer el sexo del feto a través de ecografías; eso favorece los abortos masivos de niñas y ha desnivelado la población. Actualmente, en la India hay unos 50 millones de varones «más» que de hembras. La sabia naturaleza tiende a igualar el número de nacimientos de niños y de niñas. Pero cuando la sociedad desprecia a las mujeres, las aniquila masivamente, o las aborta porque siente que no sirven para nada, entonces, la población de machos crece de forma desmedida respecto a las hembras, los jóvenes tienen dificultad para encontrar esposa y, como sabe cualquier estudiante de primero de Criminología, ello conlleva un aumento rápido, rabioso e imparable de la delincuencia en general y de las violaciones en particular. Y todo porque en muchos lugares del mundo no aman a las mujeres. Todavía.
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