M. Hernández Sánchez-Barba

John Fitzgerald Kennedy

Fue el presidente elegido más joven, el primer –y hasta la fecha único– presidente católico, y, también, el primer presidente portador de un brillante sentimiento de misión global que subyacía en su determinación política internacional

La Razón
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John Fitzgerald Kennedy nació en Brookline, Massachusetts, el 29 de mayo de 1917. Era éste un momento muy peculiar, en el que el presidente Thomas W. Wilson predicaba la paz, que concebía no como la de un conquistador que acarrearía odios, sino una «paz sin victoria», fundada en el principio de la igualdad entre las naciones. John Kennedy formaba parte de una familia católica, de la que era segundo hijo varón de nueve hermanos. Estaba regida esta familia con mano de hierro por su padre Joseph, que dispuso que John Fitzgerald debía estudiar Humanidades, pues la política se reservaba para el hijo mayor, Joseph junior. En Estados Unidos la política es una carrera seguida desde el principio en la tradición familiar, recorriendo una línea que debía escalarse peldaño a peldaño en aquellas familias donde el alineamiento político era una tradición.

Cuando murió el mayor de los Kennedy en el Pacífico durante las primeros momentos de la II Guerra Mundial, el patriarca de la familia designó a su segundo hijo, John, para acceder a la carrera política. El viejo Kennedy, que había hecho una inmensa fortuna comerciando y jugando a la Bolsa, era jefe de un poderoso grupo demócrata de Massachusetts y no dudó en dirigir al joven John con hábil estrategia política; le sugirió la publicación de un libro, donde desarrollaba una inteligente teoría, explicando con claridad, pero con gran precisión, cómo seguiría su acertado pensamiento para explicarse los motivos de que Gran Bretaña careciese de preparación efectiva para la guerra, tomándole el conflicto con absoluta falta de prevención, lo cual constituía, sin afirmarlo, pero con gran claridad de exposición, un considerable error político. El joven Kennedy obtuvo el doctorado en Relaciones Internacionales en Harvard University, granero supremo de la inteligencia norteamericana, en junio de 1940. Pese a la gran herida recibida por John en un duro partido de rugby, el padre le hizo alistarse voluntario como oficial de la marina, al mando de un torpedero en el que tomó parte en todas las batallas libradas en torno al archipiélago de las islas Salomón. La noche del 2 de agosto de 1943, el torpedero mandado por el teniente Kennedy fue atacado y hundido por un destructor japonés. El teniente se salvó y salvó a los trece tripulantes; rechazó el permiso que le correspondía y tomó el mando de otro torpedero, el mítico PT - 109.

Además, estudió con profundidad e interés la historia de los Estados Unidos, así como la vida de los presidentes y personalidades más destacadas nacionales, añadiendo a su formación una gran cultura que puso de manifiesto, con ideas propias, con la publicación de libros y conferencias, añadiendo a los valores de su gloria y patriotismo un brillante pensamiento político, así como una formidable capacidad potencial intelectual. Tenía predilección John Fitzgerald en destacar figuras grandes de las estructuras del sistema político de una nación inmensa, entre cuyas figuras subrayaba «los perfiles de coraje», título asignado a un libro que le valió el máximo premio al intelecto creador, el Pulitzer, el cual le hizo tomar conciencia de la famosa frase del presidente Franklin D. Roosevelt, dicha en los momentos iniciales de su toma de posesión presidencial, dirigida a todos los americanos en la comprometida situación a la que se enfrentaba la nación entera: «A lo único que debemos temer, es al miedo mismo». Afirmación radical de mantenimiento íntegro de la personalidad nacional, en la plenitud del deber patrio. Con estos antecedentes y esta formación, en el año 1946 John Fitzgerald ingresó en la Cámara de Representantes y en 1952 fue elegido Senador. En 1960 manifestó su deseo de competir en las elecciones presidenciales, siendo elegido candidato presidencial del Partido Demócrata el 13 de julio. Rivalizó por la presidencia frente a Richard Nixon, retrasmitiéndose los debates por televisión por primera vez en la historia de los Estados Unidos. El 8 de noviembre alcanzó el puesto máximo como trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos, mandato que no pudo culminar pues fue asesinado, sin poder concluir su programa político: la «Nueva Frontera».

Fue el presidente elegido más joven, el primer –y hasta la fecha único– presidente católico, y, también, el primer presidente portador de un brillante sentimiento de misión global que subyacía en su determinación política internacional.