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Los grandes publicitarios

La Razón
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Un año más, la Academia de la Publicidad y el Club de Creativos (CdeC) hacen sus homenajes públicos a algunos de los mejores publicitarios de nuestro país, a los que consiguieron situar a España como una de las mayores potencias creativas del mundo, muy por encima de lo que le correspondería por inversión y capacidad económica del sector. Gracias a estos publicitarios y muchos más, España hoy día es una de las cabezas más visibles de la publicidad latina, un estilo de comunicar que se extiende no sólo por los países que tienen el español como lengua oficial, sino también por muchos otros mercados donde los consumidores aceptan y reciben con agrado la cultura, el humor y esta forma de comunicar «latinas».

El CdeC ha elegido a tres realizadores publicitarios que durante muchos años fueron responsables de la imagen de muchos excelentes anuncios de televisión y cine: Eduardo Maclean, Jaime de la Peña y Francisco Daniel. En el cine las flores van para el director y casi nadie se acuerda del guionista, que muchas veces es el propio director. En publicidad es al contrario, el mérito se lo suelen llevar los creativos, los responsables del guión y las ideas de los anuncios, pero nadie duda que la plasmación de esas ideas es fundamental para que tengan éxito y aceptación cuando salen por televisión. McLean, de la Peña y Daniel firmaron muchos de los mejores anuncios españoles de las últimas décadas, aunque los premios en los festivales se los llevaran las agencias y creativos. Los dos primeros fallecieron el pasado año, y Daniel está retirado hace tiempo, pero nadie duda que se merecen el homenaje de los creativos.

Por su parte, la Academia de la Publicidad nombra anualmente a nuevos miembros de honor entre los profesionales retirados de la profesión, y que en esta ocasión son Juan Campmany, Luis Casadevall, Jose María Lapeña, Alfredo García Valdés, Joaquín Maestre y Michel Malka. Todos ellos fueron grandísimos publicitarios, algunos como creativos, caso de Casadevall y Lapeña; otros dirigiendo y gestionando agencias, como Campmany y García Valdés; Malka en la realización y fotografía publicitaria; y Maestre como uno de los padres de las relaciones públicas, creando la primera agencia del país, SAE. En todos los casos, un reconocimiento más que merecido sobre todo en una profesión que habitualmente tiene muy poca memoria, y en la que sólo parecen valer las últimas campañas y acciones que salen cada día.