Reino Unido
Manipulación emocional
El pasado lunes salía a la luz la noticia de que la red social Facebook, la mayor del mundo, había reconocido que en 2012 utilizó los perfiles de más de medio millón de usuarios para realizar un experimento científico sobre su influencia en el estado anímico de las personas.
La compañía cambió su algoritmo de difusión de noticias, lo que le permitió modificar el contenido de las informaciones que recibían cerca de 700.000 usuarios, con el objetivo de conocer el impacto que los mensajes recibidos tenían sobre sus emociones.
Con la cooperación de científicos de las universidades californianas de Cornell y California, y para responder a la pregunta «¿Cómo influyen los contenidos de Facebook sobre las emociones de los usuarios?», analizaron si el número de mensajes positivos o negativos que recibían los usuarios en sus perfiles influía en el tipo de mensajes que éstos colgaban en su muro.
A través de la modificación del algoritmo interno de la red, los responsables del estudio omitieron para algunos usuarios aquellos contenidos con palabras con connotaciones positivas, mientras que para otro grupo de usuarios hicieron lo contrario, es decir, eliminaron aquellos contenidos cuyos mensajes incluían palabras que expresaban negatividad.
El estudio concluyó que, efectivamente, los usuarios colgaban mensajes positivos o negativos en función de los contenidos a los que habían sido «expuestos», con lo que se constataba que los estados emocionales se pueden comunicar entre individuos sin necesidad de que interactúen en persona. Es decir, los estados anímicos expresados por otras personas en la red social ejercen un efecto de contagio sobre los usuarios. A juicio de los investigadores, ésto demuestra que las redes sociales actúan como «elementos de contagio» de emociones a «escala masiva».
Aunque los responsables del estudio han defendido el experimento «porque nos importa el impacto emocional de Facebook y la gente que utiliza nuestro producto», las críticas al mismo no se han hecho esperar desde multitud de ámbitos, pero especialmente el académico.
En primer lugar, se critica el hecho de que no se haya informado a las personas objetivo del estudio de que formaban parte del mismo. De hecho, son muchos los investigadores que han explicado que en cualquier tipo de investigación los participantes deben pasar por un proceso conocido y el consentimiento informado.
En segundo lugar, no han faltado las voces que han señalado la peligrosidad de someter a un grupo aleatorio de personas, sin conocer su estado mental, a contenidos exclusivamente melancólicos y tristes de sus contactos en la red social, lo cual habrá afectado a su humor y a su estado de ánimo. Se trataría, aseguran, de una manipulación psicológica.
Pero las críticas han llegado también al ámbito político y, así, el diputado laborista británico Jim Sheridan, miembro del comité de medios de la Cámara de los Comunes del Reino Unido, ha solicitado una investigación, según informa la BBC. «Ésta es una cuestión de extraordinaria importancia, y si no existe ya una legislación sobre este tema, debe haberla para proteger a la gente».
Los autores del estudio, en cualquier caso, admiten que «no se explicaron de forma clara los motivos de la investigación».
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