Rusia

Rusia y España, ayer y hoy

Hoy en día hemos llegado a un nivel de cooperación bilateral sin precedentes en la historia: al nivel de la asociación estratégica

La Razón
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2017 es un año muy señalado para Rusia y España. Precisamente, el 9 de febrero celebramos el 40º aniversario del restablecimiento de nuestras relaciones diplomáticas. El 4 de diciembre de 1667, o sea hace justo 350 años, llegó a Cádiz la primera embajada rusa encabezada por Piotr Potiomkin cuyo retrato podemos ver hoy en el Museo del Prado. En total, la historia de nuestros contactos diplomáticos se extiende a lo largo de cinco siglos y hunde sus raíces en la época del Emperador Carlos V y el Gran Príncipe de Moscú Basilio III quienes se intercambiaron de «cartas amables».

Hoy en día hemos llegado a un nivel de cooperación bilateral sin precedentes en la historia: al nivel de la asociación estratégica. Esta sintonía hispano-rusa es el fruto del aporte que generaciones de nuestros antepasados hicieron a la construcción del edificio de relaciones bilaterales basadas en la confianza y respeto mutuos. Nos alegramos mucho de que gracias a los Años Duales que venimos celebrando conjuntamente desde 2011 hemos logrado acercar aún más a nuestros pueblos.

Me da una especial satisfacción hablar de estos avances también con motivo del Día del Diplomático que se celebra en Rusia cada 10 de febrero. La diplomacia es una apasionante profesión cuyo noble objetivo es tender puentes y propiciar la seguridad internacional.

Históricamente mi país ha desempeñado un papel estabilizador en la palestra global. Los esfuerzos de la diplomacia rusa han sido decisivos en muchos casos. Por ejemplo, en 1815, en el Congreso de Viena, que propició décadas de desarrollo tranquilo sin conflictos armados importantes en Europa. O en 1899 y 1907 cuando por una iniciativa que adelantaba su época del emperador Nicolás II se convocaron las primeras Conferencias de Paz de la Haya. O en 1945, cuando con el importante aporte de la URSS, se creó la ONU, un mecanismo vertebral para mantener la paz en el mundo sobre todo durante la guerra fría.

En este año 2017 no puedo dejar de mencionar otro aniversario importante: el centenario de la revolución rusa, un importantísimo suceso desde el punto de vista de su influencia en la historia mundial. Me gustaría citar aquí las palabras del presidente de Rusia, Vladímir Putin, pronunciadas en su mensaje a la Asamblea Federal en diciembre de 2016: las lecciones del pasado se necesitan en primer término para la reconciliación y no es admisible arrastrar las diferencias y ofensas del pasado al día de hoy.

En Rusia cuidamos de la continuidad de nuestra historia, intentando no olvidarnos de lo trágico de cada época, pero, al mismo tiempo, acumular lo mejor. En este sentido, son muy elocuentes los símbolos estatales de Rusia: el escudo refleja las tradiciones bizantinas cristianas de la Rusia medieval, la bandera es la de la Rusia imperial, la música del himno es de la época soviética y el texto es representativo de la Rusia moderna democrática.

Lógicamente, la política exterior de la Rusia de hoy es una continuación de las tradiciones milenarias de la historia del país. Sus principios se definen claramente en el correspondiente documento (el Concepto de la Política Exterior disponible también en español en la página web de nuestra Embajadawww.spain.mid.ru) y son el pragmatismo, transparencia, multivectorialidad, previsibilidad y defensa no «confrontacional» de las prioridades nacionales. Cabe mencionar también otra tesis que no forma parte de los documentos doctrinarios, pero así no es menos correcta. Según el célebre filósofo ruso Iván Ilyin, «una gran potencia no se define por el tamaño de su territorio ni por la cantidad de sus habitantes, sino por la capacidad del pueblo y de su gobierno de asumir el peso de grandes tareas internacionales y de solucionarlas de forma creativa».

Estos enfoques básicos de la diplomacia rusa han servido recientemente para la solución de tales asuntos relevantes para el mundo como la firma del acuerdo para la liquidación de las armas químicas en Siria en 2013, el pacto nuclear con Irán en 2015 o la lucha contra el terrorismo internacional.

Creemos firmemente en la importancia de cada miembro de la comunidad internacional en el mundo multipolar en el que vivimos y de la necesidad de consolidar los esfuerzos para contrarrestar tales amenazas primordiales como el terrorismo o el cambio climático.

Me es especialmente grato constatar en este contexto que España es uno de nuestros amigos destacados con el que mantenemos relaciones muy constructivas. No es casualidad que en el citado Concepto de la Política Exterior ruso se menciona especialmente la importancia de la intensificación de los lazos con España, una labor que conjuntamente con nuestros amigos y homólogos españoles venimos ejecutando con sumo placer.

Yuri Korchagin

Embajador de Rusia en España