Siria

Turquía: Erdogan se juega su futuro en las municipales

En Turquía, Gobierno y oposición han decidido convertir las elecciones municipales de hoy en un remedo de plebiscito sobre la figura del primer ministro Tayyip Erdogan. Y, por supuesto, la tensión no ha hecho más que aumentar en el tramo final de la campaña, con recurso a todo tipo de maniobras de dudosa limpieza, nada, por otra parte, que sorprenda a los turcos de a pie, acostumbrados a desayunarse con escandalosas fotografías de políticos en paños menores. Pero la situación está tomando muy mal cariz, con acciones tan graves como la reciente filtración en Youtube de un vídeo en el que altos funcionarios del Ministerio de Exteriores, del servicio de Información y del Estado Mayor del Ejército analizaban opciones estratégicas en Siria, en previsión de que los islamistas sirios atacaran, como habían amenazado, el mausoleo del Sha Solimán, uno de los enclaves turcos en el país vecino. Como la cinta ha sido evidentemente manipulada, la tremenda acusación de que el Gobierno estaba preparando un falso ataque a su territorio para tener una excusa plausible que le permitiera intervenir en Siria ha acabado diluyéndose. Pero el daño ya está hecho y las relaciones entre el Gobierno islamista y los militares, que nunca fueron buenas, están envenenándose. El problema es que Erdogan está dejando traslucir un nerviosismo impropio de un político de su experiencia, que viene ganándolo todo desde hace dos décadas. Los cierres de Twitter y Youtube, desautorizados tanto por los jueces como por el presidente del país, Abdullah Gul, son un error de bulto que no ha hecho más que poner de nuevo de actualidad las acusaciones de nepotismo y corrupción. Todo indica que Erdogan está siendo víctima de una pinza entre los movimientos sociales laicistas, por un lado, y su antiguos aliados de la Hermandad Musulmana del iman Fethullah Gulen, muy infiltrada entre los cuadros de funcionarios medios, en la Policía y en los tribunales. La Hermandad, que practica el islam más ortodoxo y fue perseguida por el estado kemalista, había sido el principal apoyo en el proceso de reislamización de Turquía emprendido por Erdogan y uno de los factores que le permitieron neutralizar al Ejército turco, con varios procesos judiciales que llevaron a prisión a los oficiales del Ejército más renuentes al cambio. Acusados de preparar un golpe de Estado y pese a la endeblez de las pruebas, algunas de las cuales habían sido fabricadas ex profeso por la Policía, medio centenar de militares fueron condenados a largas penas de cárcel. Pero, tras la ruptura entre Erdogan y la Hermandad, los tribunales están revisando los juicios y ordenando su puesta en libertad. El primer ministro también ha perdido el apoyo de la Policía, en la que ha hecho una gran purga, sospechosa de haber grabado y filtrado unas conversaciones telefónicas muy comprometidas. Pese a todo, no conviene vender aún la piel del oso. Tayyip Erdogan tiene mucho tirón popular, sobre todo en el mundo rural, y su partido puede conservar la mayoría. Sin embargo, estas municipales servirán de termómetro para el gran desafío del líder turco: las elecciones presidenciales de agosto, las primeras que se harán por elección directa. De perderlas, tendrá muy difícil volver a ser primer ministro, pues su partido, el AKP, sólo permite a sus militantes encabezar tres candidaturas.