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Una alternativa de libertad para Ecuador

Seis años después de la primera victoria de Rafael Correa, la independencia judicial, la libertad de expresión y la discrepancia política están seriamente amenazadas

Una alternativa de libertad para Ecuador
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El resultado de las elecciones presidenciales celebradas en Ecuador puede llamar a engaño. De lejos, la gran vencedora en esta elección presidencial ha sido la abstención, por la que han optado cerca del 50 por ciento de los ecuatorianos con derecho a voto. Rafael Correa ha obtenido un triunfo histórico con el 56,7 por ciento de los votos emitidos y a gran distancia se ha situado Guillermo Lasso, con el 22,3 por ciento. En cualquier democracia en la que esté garantizada la división de poderes y el Estado de derecho se trataría de una victoria incontestable. Pero la realidad de Ecuador es bien distinta, porque las reglas del juego democrático se han manipulado durante años en beneficio del ahora reelecto presidente.

Tras su victoria de 2006, Rafael Correa cambió rápidamente la Constitución para poner las instituciones democráticas a su servicio. La presión sufrida por la Prensa libre y el acoso a la oposición democrática de aquel país sólo tiene parangón en otros países latinoamericanos poco ejemplares en materia de libertades. Seis años después de su primera victoria, la independencia judicial, la libertad de expresión y la discrepancia política están seriamente amenazadas.

Las primeras palabras de Rafael Correa como presidente reelecto han sido para señalar a Chávez como «un icono de la revolución» y como un modelo a seguir. Algo que resulta paradójico y preocupante si se tienen en cuenta las nefastas consecuencias que la gestión de Hugo Chávez ha tenido para la economía venezolana en general y para los ciudadanos venezolanos en particular. Desde hace tiempo es conocido que Correa y Chávez comparten agendas paralelas con el único fin de vaciar la democracia liberal y poner el estado al servicio de un proyecto populista continental autodenominado «socialismo del siglo XXI». La principal diferencia entre ambos es que Rafael Correa se ha presentado hasta la fecha con un rostro más amable y menos tosco, derivando el foco de atención de la comunidad internacional hacia el locuaz mandatario vecino y manteniéndose hábilmente fuera de la atención de quienes denuncian a los enemigos de la libertad en América Latina. Está por ver cómo afronta este nuevo mandato, reforzado por el resultado en las urnas y en ausencia de Chávez. Los antecedentes no son precisamente esperanzadores.

En esas condiciones es muy destacable y extraordinariamente meritorio el apoyo alcanzado por el hoy líder la de oposición, Guillermo Lasso, quien se consolida como referente de la defensa de las libertades en el país andino y a quien espera una dificilísima tarea. En su recorrido hacia la presidencia, Guillermo Lasso ha debido hacer frente a múltiples trabas por parte del poder establecido. Se trató de impedir su candidatura impugnando a su candidato a la vicepresidencia, se le ha silenciado en la mayor parte de los medios de comunicación –hoy controlados por acólitos de Correa– y se expropiaron, de la noche a la mañana, los beneficios del banco que había presidido, en un claro mensaje intimidatorio hacia todas aquellas personas que podían tener la intención de apoyarle a él o a otros grupos opositores. Como consecuencia, es muy probable que buena parte de la mitad de los ecuatorianos que se han quedado en casa en vez de ir a votar lo hayan hecho por desconocimiento de una alternativa democrática a Correa, por miedo a las consecuencias de su apoyo a la oposición o por la sensación de que es imposible luchar en las urnas contra quién no cree en ellas salvo a la hora de apuntalarse en el poder.

Frente a las presiones, insultos y amenazas, Guillermo Lasso ha actuado con altura de miras proponiendo al Ecuador una agenda ilusionante que pretende situar al país en la primera línea de los avances de la región junto a otros como Chile, Colombia o Perú. Su apuesta por fortalecer el Estado de Derecho, garantizar la separación de poderes, racionalizar las cuentas del Estado, abrir Ecuador a la región y al resto del mundo y generar confianza para atraer inversiones que permitan desarrollar una agenda social basada en la igualdad de oportunidades, marcan el camino del desarrollo que, en algún momento, Ecuador necesitará transitar para dejar atrás décadas de pobreza, injusticia y falta de libertad.

En cualquier caso, el resultado de la elección presidencial se ve acompañado por una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional que augura un repunte de la persecución a cualquier opinión disidente. Bien haría la comunidad internacional en prestar más atención a lo que ocurra próximamente en el país andino para tratar de evitar un retroceso en el ámbito de las libertades que podría tener fatales consecuencias para los ciudadanos del Ecuador, como las ha tenido en otros países de la región.