V de Viernes

Los últimos pastores

La Fiesta de la Trashumancia pone de relieve este domingo la necesidad de salvaguardar una actividad milenaria esencial

Este domingo veremos la tradicional imagen de las ovejas pasando por la Puerta de Alcalá, ruta histórica de la trashumancia usada de manera simbólica una vez al año para reivindicar una actividad milenaria en peligro: el pastoreo. Aún hay en España 10.000 familias trashumantes, que ven difícil continuar con esta práctica ancestral. La escasa rentabilidad del sector, la dureza del trabajo, el exceso de burocracia, los costes elevados y la falta de un sistema de ayudas adecuado son algunos de los problemas a los que tienen que hacer frente los últimos pastores.

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Así se llamó también ( “Los Últimos Pastores”) la película de Samu Fuentes que ha hecho historia en la filmografía española. Narra cómo desde hace más de 5000 años los pastores habitaban las montañas de los Picos de Europa. Para los hermanos Mier, protagonistas del filme y cabreros desde los trece, esa fue siempre su vida, aunque de golpe tuvieron que vender el rebaño, por culpa de los lobos y de la burocracia. "Estamos consiguiendo que los pastores desaparezcan de nuestras montañas, sin darnos cuenta de que, si ellos se van, nosotros no encontraremos el camino”, escribió Fuentes sobre su película, que ha recibido numerosos premios por la belleza de sus imágenes, una banda sonora magnífica y la crudeza de la narración. Crudeza porque solo de esa manera se puede abordar una cuestión que enerva al mundo rural e hipoteca el futuro. Ya vemos como los incendios son cada vez más arrasadores. Una de las explicaciones está en la ausencia de rebaños en los montes, lo que hace que crezca la maleza como combustible, creando fuegos incontenibles. Los rebaños perecen porque las administraciones están matando el pastoreo a golpe de medidas contraproducentes. La protección del lobo auspiciada por el ecologismo urbanista va contra los rebaños, igual que la prohibición de la ganadería en bosques y montes.

Vacas, ovejas, cabras y caballos no solo transforman pastos y arbustos en recurso alimenticio, sino que ayudan a reducir la "carga de combustible" - biomasa inflamable que alimenta las llamas-. Entre 1961 y 2023, el número de ovejas en España bajó un 40% y el de cabras un 30%. Lo que no es causalidad, sino consecuencia de las políticas erradas que en muchas ocasiones vienen dadas desde la UE, que olvida que el pastoreo ayuda a renovar las tierras y a prevenir incendios, al eliminar la biomasa de los bosques.

Por fortuna se abre paso el pastoreo regenerativo, que podría transformar la ganadería en sustentable. Mejora de la salud del suelo alternando periodos descanso, lo que favorece la cobertura vegetal, aumentando la calidad de los pastos sin empleo de químicos. El acceso a pasto fresco favorece la salud del ganado.

Al subir la biodiversidad, se captura más carbono con más alimentos de alto valor nutricional. Ojalá que la ganadería regenerativa ponga coto a la deriva eco que mata al pastoreo.