
El canto del cuco
¿Urnas, a la vista?
El fracaso presupuestario daría, en efecto, la oportunidad a Sánchez de presentarse a los españoles como víctima acusando al PP de no dejarle gobernar, a Podemos de traición y a Junts de supremacista y desleal
Vuelven las cábalas sobre el final de la legislatura. Se suceden los indicios de que esto no resiste más, aunque el comentario general en todas partes sigue siendo: «¡Este no se va!». Conviven esos dos sentimientos contradictorios. Se hacen apuestas. Los que se inclinan por la rendición de Sánchez y el adelanto electoral apoyan su optimismo en el estrechamiento del cerco judicial sobre la familia presidencial y su círculo político más cercano, la financiación del PSOE y la próxima aparición de nuevas revelaciones demoledoras. Creen que la espada pende sobre su cabeza y que no tiene escapatoria. Justo por eso se agarrará hasta el final, opinan los escépticos, al refugio protector de La Moncloa: dentro del búnker, rodeado de un ejército de servidores, se resiste mejor. Ni siquiera puede liberarse ahora del agobio tomando el Falcon y viajando a Europa, donde su deriva «progresista» en política exterior y la nube de corrupción que rodea a su figura lo convierten en un político apestado.
El hecho de que Sánchez haya iniciado el nuevo curso político saliendo esporádicamente del búnker y asomándose tímidamente a la calle –entrevista en TVE, asistencia con su mujer al estreno de «El cautivo» de Amenábar, mitin en Málaga, apoyo al boicot violento a la Vuelta...– ha dado pie a pensar que se inicia la precampaña electoral. La soledad de la vicepresidente Yolanda Díaz en el Congreso defendiendo inútilmente su jornada laboral, con Sánchez en el cine, y tildando a Puigdemont de «chantajista», refleja ostensiblemente la ruptura del pacto de investidura y el desamparo del Gobierno «de progreso». Resistir así dos años más parece complicado. Presentar, en estas condiciones, el proyecto de Presupuestos, al filo de lo imposible, sólo puede interpretarse como una maniobra para justificar el adelanto electoral.
El fracaso presupuestario daría, en efecto, la oportunidad a Sánchez de presentarse a los españoles como víctima acusando al PP de no dejarle gobernar, a Podemos de traición y a Junts de supremacista y desleal. Pero no es seguro que Pedro Sánchez encabece el próximo cartel electoral del PSOE; de hecho, ya se ha desatado la lucha callada por la sucesión. Es posible, según fuentes fiables, que, aprovechando el previsible fracaso de los Presupuestos, las elecciones se precipiten al otoño, cerca de la Navidad. Se baraja, sin embargo, como fecha probable, la primavera coincidiendo con los comicios en Andalucía y otras comunidades. Todo dependerá del curso de los acontecimientos.
Supongo que, después de este análisis desapasionado sobre la insostenible situación, con el presidente alentando la violencia política, más de un lector dirá: «¡Este no se va!».
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