El canto del cuco

Verano de urnas y turistas

Se confirmará que uno recoge siempre lo que siembra. También en política

«Frutales cargados, dorados trigales…» Así anuncia Antonio Machado la llegada del verano. Mañana, 21 de junio, es el solsticio. El día más largo y la noche más corta. En todas las civilizaciones la entrada del verano ha sido siempre motivo de celebración. Es la fiesta de la luz. Espera ya a la vuelta la noche mágica de San Juan en la que arderán las hogueras a media noche y se celebrará el paso de fuego, ancestral costumbre en San Pedro Manrique, que tantas veces contemplé de niño. En las Tierras Altas ya blanquean las cebadas, lo que quiere decir que está a punto de comenzar la recogida de la cosecha. En los cabezos cantan las perdices en celo y no faltará algún furtivo que salga entre dos luces con el reclamo oculto bajo la manta de cuadros.

La larga sequía ha hecho estragos en el campo. La desolación se ve, sobre todo, mirando por la ventanilla del coche, de Madrid para abajo, donde las últimas lluvias han llegado tarde. Esto afectará de lleno a la bolsa de la compra en la cuesta de otoño. Para los campesinos y los consumidores no viene buen año. Pero ahora es mejor aprovechar el sueño de las vacaciones, el breve tiempo reservado para el disfrute y el descanso. Más de media España está pensando ahora en el mar o va camino de la costa. El calor aprieta por fin. Asoman las variopintas manadas de turistas. Vienen por tierra y aire. Es una invasión pacífica. Proceden de los cuatro puntos cardinales, hasta de lejanas tierras. Las playas están ya pobladas de sombrillas. Superada la pandemia y amortizado el temor a la guerra, que se ha quedado en relato rutinario, este verano presenta una extraordinaria cosecha turística. Eso dicen las agencias que se encargan de las reservas y las promociones. El verano del 2023 se conocerá como el del turismo y las urnas. Y será seguramente el verano del cambio político.

Los de Correos tienen que retrasar sus vacaciones. Cargados de sobres con listas de candidatos, los carteros están sudando la gota gorda. Nunca había habido tanto voto por correo. La ocurrencia del presidente Sánchez de colocar las urnas en el corazón mismo de las vacaciones es un contratiempo inesperado, un incordio para la mayoría. Por lo que uno oye, va a perjudicar sobre todo al que ha tenido la mala idea de elegir el puente de Santiago para ir a votar. En las Tierras Altas estarán entonces en plena recolección. Y se confirmará que uno recoge siempre lo que siembra. También en política.