El trípode

«La Virgen de Agosto»

La Virgen de la Asunción hace referencia a la Asunción gloriosa de la Virgen María a los Cielos en cuerpo y alma, una vez cumplido «el tránsito de su vida en la tierra»

«La Virgen de Agosto»: así es también conocida la Virgen de la Asunción, cuya fiesta se celebra hoy, y con toda solemnidad litúrgica, por parte de la Iglesia. Es una manera coloquial de denominarla en numerosos lugares, para distinguirla de la que un mes antes, el 16 de julio, se conmemora bajo la advocación de la Virgen del Carmen, cuyo patronazgo ostentan los hombres de la mar y multitud de localidades de la geografía española, además, por supuesto, de las religiosas y monjas de la Orden del Carmelo, de tanta tradición histórica. La Virgen de la Asunción hace referencia a la Asunción gloriosa de la Virgen María a los Cielos en cuerpo y alma, una vez cumplido «el tránsito de su vida en la tierra». Así lo define el cuarto –y hasta ahora último– Dogma Mariano, definido por Pío XII el 1.º de noviembre de 1950.

Los tres anteriores son el de la «Maternidad Divina» de María, definido en el concilio de Éfeso en 431: Ella es la Madre de Jesús, que es verdadero Dios y verdadero hombre; y por tanto, sin ser ninguna «diosa», Ella es realmente la Madre de Dios. El siguiente es el de su «Virginidad perpetua»: Virgen «antes, durante y después del parto», definido por Martín I en el Concilio de Letrán en 649. Y hasta doce siglos después no será definido el tercer Dogma de María: el de la Inmaculada Concepción, de extraordinaria trascendencia para la doctrina y la Historia de la Iglesia. Será el beato papa Pío IX quien lo proclamará el 8 de diciembre de 1854, y quien colocará el primer monumento a Ella dedicado en la Ciudad Eterna, Roma, entonces todavía capital de los Estados Pontificios. Lo instalará, y allí sigue, en la Plaza de España, precisamente en honor a la «nación inmaculista» (España) y que «más había contribuido para que amaneciera el día en que esa divina Verdad fuera proclamada». Y como vemos, menos de un siglo después, sería definido el de la Asunción; una vez reconocida su Concepción Inmaculada –«sin pecado original»–, se podía considerar que quedaba su cuerpo libre de toda consecuencia del mismo, en especial de la corrupción de su cuerpo mortal. Aunque en la definición de su Dogma, el Papa Pío XII evita ese debate aludiendo a que a «finalizado el tránsito de su vida en la tierra», sin pronunciarse sobre cómo se materializó ese final. La subida en gloria de la Virgen a los Cielos se define como «Asunción» mientras que la de Jesucristo tras su muerte en la Cruz y su resurrección se define como «Ascensión».

Es María: la Madre de Dios, y Madre nuestra.