El canto del cuco
La virtud de la política
La fuerza y vitalidad de la buena política es la base de las sociedades prósperas y libres
«El infierno de los gobernantes y de los políticos estará lleno de malvados, pero también de indecisos y aprensivos». Esto dice el filósofo y experimentado observador político José Luis González Quirós en el libro que acaba de publicar en Unión Editorial, al amparo de la fundación Faes, titulado «La virtud de la política». Y añade: «Los políticos reservones, prudentes en exceso, los que siempre prefieren diferir la batalla a intentar ganarla, gozan de un prestigio inmerecido porque olvidan que la política es valentía, anticipación, llevar la iniciativa, riesgo y decisión». No señala a nadie, pero casi todos le entendemos.
En un tiempo dominado por el pensamiento líquido, o puede que gaseoso, sin principios sólidos, en los que sólo cuenta la imagen evanescente, y cuando la imagen de los políticos y de la política es deplorable en España, se agradece encontrarse con un ensayo sólido, consistente, bien armado, en el que se revindica la razón de ser de la política como ejercicio virtuoso, de gran valor cívico. Todos los que se dedican a esta noble ocupación humana deberían leer este libro. La fuerza y vitalidad de la buena política es la base de las sociedades prósperas y libres. Su desprestigio entre el pueblo obliga a buscar las causas del mismo, que es lo que hace este ensayo. Se cuenta que Franco le aconsejó un día a José María Pemán: «Haga usted como yo: no se meta en política». Sea o no leyenda esta ocurrencia del dictador, lo cierto es que una de las peores herencias del franquismo ha sido la aversión a la política, que aún persiste en la sociedad española.
El asturiano González Quirós es un pensador sólido que une sus conocimientos teóricos como catedrático de Filosofía de larga trayectoria con su experiencia práctica –miembro del Consejo Político de UCD, asesor del CDS, colaborador de Faes…–, pero sin haber desempeñado nunca un cargo público. Nada que ver con politólogos de moda, cuentacuentos bien pagados, que confunden la política con la propaganda electoral y que no se esfuerzan precisamente en prestigiarla, sino todo lo contrario. El libro, como anuncia de entrada, trata de averiguar, con un detallado recorrido histórico –sus orígenes, sus supuestos y su relación con el Estado–, en qué consiste esa virtud de la política, cuál es su fuerza. Desde luego no se reduce al oficio que ejercen unos pocos. Es mucho más, es algo necesario, que afecta a todo el mundo, como el aire que respiramos. La conclusión del ensayo es que la política virtuosa puede evitar aún que nos adentremos en un mundo sombrío y desolado.
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