La situación

Vox sale al rescate

En Moncloa agradecen su voluntad de complacer al presidente cada vez que tiene un problema

Se puede entender que los líderes políticos ocupen parte de su tiempo en hacerse notar, más que en gestionar el voto que les otorgaron las urnas. Pero en ocasiones ocurre aquello de lo que alertaba sabiamente Josep Tarradellas: en política se puede hacer de todo menos el ridículo.

Vox encontró un filón de electores a la derecha del PP y los sedujo mediante el tradicional sistema de los extremismos: gritar con profusión consignas simplistas y adanistas, como si nada se hubiera hecho hasta que ellos llegaron. Dado que solo importa llamar la atención del personal, hay que provocar episodios trompeteros para que se hable de ellos, aunque sea mal, en la confianza de que los hooligans los defenderán por el simple hecho de que los protagonizan «los míos». Así, llegamos a una posible segunda moción de censura de Vox, que sería, si se produce, a mayor gloria del censurado, como la primera. Nada hace más feliz a Pedro Sánchez que jugar partidos cuyo resultado victorioso se conoce antes de empezar. Y ahí aparece Vox para darle satisfacción. Aquella primera vez, con Santiago Abascal como muñeco de pimpampum. Ahora, la propuesta es que sea mediante la persona interpuesta de Ramón Tamames. ¿Qué puede salir mal?

En Moncloa celebran la amistad de Vox y agradecen su voluntad de complacer al presidente cada vez que tiene un problema. Por ejemplo, ahora que se siente ahogado por el fiasco del «solo sí es sí». O, semanas atrás, cuando el aturullado vicepresidente de la Junta de Castilla y León desvió la polémica por la eliminación del delito de sedición y la rebaja de la malversación hacia un protocolo antiabortista que no existe. O cuando salvó al gobierno de una derrota parlamentaria sobre los fondos europeos. Vox, siempre al rescate de Sánchez.

Con la nueva política apareció un partido que ya casi ha desaparecido; otro partido que tuvo un líder que llegó a vicepresidente y huyó de la responsabilidad a los catorce meses, y una ministra que hace leyes que permiten rebajar condenas a los violadores; y otro partido que se dedica a plantear extravagantes mociones de censura. Demasiada adolescencia.