A pesar del...
Warren, neoliberalismo y odio
Warren y sus secuaces son incapaces de afrontar la verdad, y, si acaso la ven, la hostigan sin darle tregua
Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, no las tiene todas consigo, porque es posible que las trabajadoras manden a muchos supuestamente progresistas a su casa en las próximas elecciones. La desesperación de Warren y de la izquierda fue nítida en la moción de censura, donde repitieron una y otra vez contra la derecha dos ideas: el neoliberalismo y el odio.
Empecemos por este último. Ya denuncié hace unos años aquí en este rincón de LA RAZÓN la cuestión de los llamados «delitos de odio». La izquierda estuvo detrás de esta campaña desde sus orígenes, y su objetivo no es evitar el odio sino limitar la libertad –véase: https://bit.ly/3JFK7dX. Sabido es, asimismo, que la izquierda, que advierte contra el odio de los demás, es destacada protagonista de este, como lo prueba la larga historia de sectarismo, inquina, aversión, y hasta el crimen, dentro del socialismo y el comunismo.
Lo del «neoliberalismo» es otro camelo polisémico, potenciado tras la caída del Muro de Berlín y las grietas en el Estado de bienestar. Significa todo lo que la izquierda detesta, y ha adquirido tales cotas de distorsión que es un espantajo que no resiste el menor análisis y sirve igual para un roto que para un descosido.
En la moción de censura, Warren Sánchez acusó a Mariano Rajoy de ser un neoliberal y de haber desmantelado el Estado, disminuyendo el gasto público. Podría haberse molestado en mirar un momento las cifras, o en charlar un rato con cualquier contribuyente, que le podría haber dicho un par de cosas sobre qué pasó con Rajoy, con Cristóbal Montoro, y los impuestos con los que el Partido Popular golpeó a la clase media de forma inmisericorde.
Pero Warren y sus secuaces son incapaces de afrontar la verdad, y, si acaso la ven, la hostigan sin darle tregua. Fue entrañable Yolanda Díaz, asegurando seriamente que la reforma de las pensiones del Gobierno se ha hecho «sin recortes», cuando nadie va a recortar más los ingresos de las trabajadoras.
Todo es fingimiento, señora, pero la clave es que haya cada vez más mujeres como usted, que cuando Warren proclama que los progresistas solo han subido los impuestos sobre «los que más tienen», sean capaces de cantarles en las próximas elecciones el viejo tango que dice: mentira, mentira.
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