A pesar del...
Con Warren, ni a San Felipe Neri
El mismo que aclaró que gobernará sin el engorro de esa antigualla denominada Poder Legislativo, porque, ya se sabe, el socialismo debe «avanzar» sin trabas, ni frenos, ni contrapesos, imparte lecciones sobre democracia, y sobre derechos y libertades
Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas –que el ingrato pueblo no aprecia– nos ha dado todas las señales para que entendamos que nada le hará desistir de mantenerse en el poder. Ha llegado a presumir de liderar la defensa de la democracia en Venezuela. No vayamos a pensar que esta gente es compinche de Delcy y de Zapatero.
Y hay más. Y habrá más. Que no se nos escape comentar la noticia que leí hace algunas semanas en el Diario de Cádiz. Resulta que, al amparo de la Memoria Democrática, Warren y Cía. se aprestan a honrar como lugares de reconocimiento memorístico y democrático a emblemas del liberalismo, como el monumento de la Plaza de España de Cádiz a la Constitución de 1812, y otros.
En el Boletín Oficial del Estado se subraya que las administraciones titulares de dicho monumento y los otros incluidos en el listado de lugares de Memoria Democrática «evitarán la remoción o desaparición de vestigios erigidos en recuerdo y reconocimiento de hechos representativos de la memoria democrática y la lucha de la ciudadanía española por sus derechos y libertades en cualquier época».
Es decir, Warren Sánchez, el mismo que aclaró que gobernará sin el engorro de esa antigualla denominada Poder Legislativo, porque, ya se sabe, el socialismo debe «avanzar» sin trabas, ni frenos, ni contrapesos, imparte lecciones sobre democracia, y sobre derechos y libertades.
Podemos despotricar y probablemente convendrá que lo hagamos contra el antiliberalismo militante de Warren y sus secuaces, pero sería injusto negarles su capacidad de cruzar cualquier línea roja, pasada, presente y seguramente también futura.
Toda la historia del liberalismo, que tuvo uno de sus hitos en nuestro país en la Constitución de Cádiz, gira en torno a la noción fundamental del poder limitado. Y toda la nutrida y variada historia de los enemigos de la libertad de múltiple suerte y condición, descansa sobre la noción opuesta, que es, precisamente, la de Warren. Es decir, que si el objetivo es loable, el poder no debe ser contenido por nada.
Y eso es lo que explica la sistemática vulneración estatista de derechos y libertades. Es que se trata de gobiernos «progresistas» que, por definición, siempre «avanzan».
Lo dicho, señora: con Warren, ni al oratorio de San Felipe Neri.
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