El buen salvaje

Yoli, Blanca paloma, contra «Los chochos voladores»

Yolanda volverá a nuestras vidas, cada día con mayor frecuencia, y con más argumentos falsos pero creíbles

En los años ochenta, esa parte del multiverso en el que era posible decir palabrotas por las que antes de ese tiempo un padre le habría cruzado la cara a su hijo, doy fe, ya existían los «chochos voladores». Hasta para ser corruptos, los de Tito Berni eran antiguos, viejos, lolailos: horteras. No eligieron un verso de reguetón machirulo o femirula, tipo Shakira, sino que el destino hizo que se cruzaran con Siniestro Total, el grupo más gamberro de la «movida» viguesa, la ciudad que estuvo a punto de quitar la capitalidad de la transvanguardia, que diría Paloma Chamorro, a Madrid. Si nadie lo remedia, mañana, este periódico ofrecerá una entrevista con Julián Hernández, el líder del grupo que cumple cuarenta y un años.

El disco se llamaba «¿Pero cuándo se come aquí?» y no, no fue prohibido como podría sugerir otra gallega pero de las rías altas, la Inmaculada Yolanda. Vigo, entonces, no tenía luces de Navidad pero mostraba talento y una noche de la que salí como Michelle Yeoh en «Todo a la vez en todas partes». ¡Mi madre! Los gallegos no tienen medida. «Los chochos voladores» quedaron eclipsados esta semana por lo que algunos llamaron con muy mal gusto el «chocheo» de Vox (fuera parte de que es una expresión muy heteropatriarcal). A mí me pasa como a Mario Vaquerizo que asegura que sentiría dolor por quedarse calvo pero no por nada de lo que se diga en clave política. Muy fan. Así que pasopalabra.

Por muy radiante que apareciese Yolanda, tipo Blanca Paloma, que no es la Virgen del Rocío sino la chica que nos representará en Eurovisión, no hará que todo quede como pasada la bayeta con Don Limpio (antes Mr Proper como ella del Partido Comunista). Yolanda no puede borrar de la «playlist» de esta infame legislatura «Los chochos voladores».

Yolanda también es otra de las que opina que el mundo comenzó cuando ella llegó a la política. Sánchez cree que de su mano alcanzará la gloria pero haría bien en recordar que los traidores (según Podemos) no lo son una vez sino que suelen repetir su actitud a lo largo de su existencia unas cuantas veces más y que su criatura puede tragárselo por sus largas piernas. Yolanda volverá a nuestras vidas, cada día con mayor frecuencia, y con más argumentos falsos pero creíbles, de que con ella Tito Berni solo sería el eco de una antigua canción gallega que seguro que conoce bien. Porque Yolanda es como esos anuncios de detergente que lavan más limpio aunque ya me dirán cómo elimina el soniquete de «Los chochos voladores».