Teatro
Pequeños grandes clásicos
La sala Microteatro por Dinero recibe el 2013 con un mes dedicado a los montajes más aplaudidos de su (micro) historia
Llevan abiertos desde finales de 2009, pero ya tienen sus clásicos. A ver quién puede decir lo mismo. ¿Qué condiciones debe cumplir una obra para ser un clásico de la sala Microteatro por Dinero? Para empezar, durar 15 minutos como mucho, aunque eso es más bien un requisito genérico para acceder a la programación en este atípico espacio. La sala madrileña fue pionera en un formato que ha animado la cartelera de la ciudad: el espectador puede escoger una o varias de las piezas de un cuarto de hora de duración que se programan cada mes con un tema en común; el amor, el sexo, Dios, la crisis, los superhéroes o la traición han sido algunos. La sala recibe decenas de propuestas y las elegidas se representan en pequeñas salas en la parte inferior del local donde, sentados o de pie, según lo requiera cada montaje, unos quince espectadores degustan cada brevería.
Por el espacio de Callao han pasado ya varios ¿centenares? de propuestas. «Puede que miles», corrige Lola Baldrich, actriz y uno de los veinte socios que fundaron y gestionan Microteatro por Dinero. En enero el programa se titula «Microteatro por nuestros clásicos». Así que, volviendo a la pregunta del comienzo, Baldrich explica el sencillo criterio de selección: «Siempre se quedará alguna obra en el tintero, pero éstas son sencillamente las mejores. Cuando algo sale redondo, cuando el texto es contundente, la interpretación y la escenografía acompañan, el público sale alucinado y la votación es unánime, está claro». Y es que, explica la actriz, los veinte socios de la empresa han elegido democráticamente las cinco piezas que se verán en las respectivas salas, otras ocho programadas en la sesión golfa y cuatro infantiles los fines de semana.
Baldrich, que ha estrenado en estos años hasta cuatro montajes en Microteatro –tres como actriz y uno como directora–, protagonizará otro en febrero y tiene dos seleccionados en enero: el primero es «El hueso del jamón», un drama escrito y dirigido por Nacho Gabasa, también socio. Ambientado a comienzos del siglo XX, presenta a un tipo tan curioso como verídico en aquella España: en un barrio bajo de Madrid, el Sustancias se pasea alquilando un hueso de jamón para darle sabor al caldo de los hogares humildes. Baldrich da vida a Bonifacia, una lavandera que espera la hora de bajar al río cuando aparece «este personaje valle-inclanesco». La otra pieza es «La hipoteca», que firma y dirige Jaime Aranzadi, igualmente socio de la sala. El título desprende un aroma inequívoco a actualidad: un hombre y una mujer se enfrentan a un desahucio.
Muy cinematográfico
También con dos obras seleccionados, «A mí con milongas» y «Pin Pan toda la vida», Aixa Villagrán es toda una veterana. La primera, estrenada en septiembre de 2011, trata sobre una actriz frustrada que secuestra a un director de casting. La segunda se vio en marzo del mismo año, y es una «tragicomedia ácida» sobre la autoestima demasiado elevada de su protagonista.
Pero no son los únicos títulos que Villagrán ha estrenado en la sala, donde ha trabajado en «Rescatando» y «Ajo y agua», ambas de Nacho Gabasa, «Pasado 10.0» y «Manual de orgasmos fingidos», de David Esteban Cubero y dirigida por Carles Revuelta, que puede verse este mes de diciembre en la sala. «Aprendes muchísimo, es una manera de trabajar diferente –explica la intérprete–. Siendo teatro, en realidad es algo muy cinematográfico. Mi reto es trabajar la verdad siempre y rebajar el tono, porque aunque estés en una comedia, cualquier gesto, cualquier grito puede ser estridente». Y es que la cercanía es clave en espacios que rondan los ocho o nueve metros cuadrados y donde se puede tocar al actor si se estira los brazos. Jóvenes intérpretes en su mayoría que encuentran en las cambiantes programaciones oportunidades de trabajo: «Estoy muy agradecida al Microteatro, me gusta mucho trabajar allíy el ambiente que hay. Y te abre puertas a otros proyectos. David Trueba me vio en la sala y me llamó para hacer un cortometraje. Al final es un escaparate», reconoce Villagrán.
Para la actriz, la clave de esta iniciativa es que «ha sido un espacio pionero y en época de crisis está muy bien. Se sale de lo habitual: vas al Teatro Español y tiene muy buena programación, pero imagínate que pagas 22 euros y no te gusta lo que ves... Microteatro cuesta 4. Que te divierte, genial, que no, tampoco has perdido mucho».
Veteranísimo en este teatro también es Nancho Novo. Aunque no actúa allí –el éxito de «El cavernícola» le tiene atado al Fígaro todas las noches–, lleva ya estrenadas siete u ocho piezas como autor y director. La última fue «Búscate otro tronco, tronco». En este «top» programado en enero repone «Álvaro o la fuerza del vino», una comedia que escribió en 2011 con la que homenajeó al vino de Albariño dentro de lo que llamaron el «Gastrofestival». «Es la historia de un tipo recién separado que se va a celebrarlo abriendo una botella en su casa, él solo, y el espíritu de la uva albariña, que es Teté Delgado, sale de la botella y comienza a corregirle sus manías y a hacerle reflexionar». «La propuesta es única, novedosa, entrañable, acogedora y divertida, y para la gente que no está muy acostumbrada al teatro es consumo rápido. Es una de las más novedosas que que se han hecho en este país», asegura el actor sobre la sala.
Del prostíbulo a la carnicería
Hay además un componente de tendencia. Para qué negarlo: el espacio se puso de moda casi desde su apertura. Puedes tomarte unas tapas, beber algo –incluso bajarte la caña a la sala– y ver mucho famoseo. Sólo los nombres que han estrenado allí –y es raro que no se dejen ver en el bar– conforman una larga lista de actores y directores conocidos: Jaime Chávarri, Sergio Mur, Fernando León de Aranoa, Sigfrid Monleón, Andrés Lima, Secun de la Rosa, Rebeca Valls, Marta Poveda, Miguel Ángel Muñoz... «Se ha vuelto algo muy social. Un punto de encuentro de gente del mundillo y otros a quienes les apetece tener un contacto, con actores, por ejemplo, que ven en la televisión», explica la actriz.
Lo sabe bien Baldrich, que está en esta aventura desde el comienzo, cuando el proyecto nació en un viejo prostíbulo de la calle Ballesta, 4, antes de trasladarse a su emplazamiento en Loreto y Chicote, 9, en el renovado barrio del Triball. «Era el sueño de unas personas que se juntan, rehacen una antigua carnicería, montan una sala con un bar arriba, y a los pocos meses se convierte en una revolución», explica. «La sala cogió su propio ritmo, su propia manera de trabajar: el niño se ha hecho mayor y ha cogido su testigo», añade la actriz, para quien, sin duda, uno de los encantos del local es que «se ha convertido en un punto de encuentro, sobre todo de gente de la profesión muy joven».
Cuándo: A partir del 2 de enero de 2013. Dónde: Microteatro por Dinero. Madrid. Cuánto: 4 euros por pase. Tel. 91.139.78.82.
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