España

Congreso de los Diputados

El PSOE propone al PP sentar a Abascal en el sitio de Rivera

Los socialistas exigen aislar a Vox en la Mesa del Congreso. Sin embargo, les colocan en un buen tiro de cámara para utilizarles como «arma» contra Casado

Casado recoge acta de diputado
El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, que ha recogido este jueves en el Congreso el acta de diputado, durante la rueda de prensa que ha ofrecido. Foto: EFEChema MoyaEFE

El PSOE está ya en otra estrategia. De llevarse a Vox al gallinero en la Legislatura frustrada con la repetición electoral a buscarles un sitio privilegiado para utilizarles como ariete contra el PP y como venda para tapar sus propias vergüenzas. La propuesta que han hecho llegar al principal partido de la oposición es que deben sentarse en los escaños de Ciudadanos.

Y en esta decisión tienen más que ver las intenciones arriba descritas que una preocupación por ser estrictamente escrupulosos con el respeto al criterio de la proporcionalidad de los escaños. No cuadra, si fuera que lo que les preocupa es respetar las mayorías reconocidas por las urnas, que al mismo tiempo que proponen colocar al partido de Santiago Abascal donde hay un buen tiro de cámara, los socialistas estén haciendo campaña con la bandera de que el compromiso democrático obliga a dejar a Vox fuera de la Mesa del Congreso, que es el órgano de gobierno del Parlamento. Y donde precisamente por escaños les corresponde tener al menos un puesto de los nueve miembros que la componen, de acuerdo con los 52 diputados que consiguieron en las elecciones del 10N.

En las últimas campañas electorales los socialistas intentaron utilizar a Vox como elemento de agitación de la izquierda. Ahora creen que les puede servir, bajo el mantra de la «extrema derecha», para debilitar al PP como oposición y confundir bajo esa etiqueta a todo el bloque del centro derecha. Para ello qué mejor vía que de partida colocarles en un lugar privilegiado del Congreso, el mismo que ocupó Ciudadanos en la pasada Legislatura. Y el grupo de Inés Arrimadas al «rincón de pensar» del Parlamento, justo los escaños donde antes se sentaba Abascal.

Vox es un problema para el PP en la oposición no tanto porque esté en la Mesa del Congreso, donde en Génova valoran si deben estar Vox y también Ciudadanos, sino porque cada día Abascal utilizará su mayoría para forzar a los populares a recolocarse ante un posicionamiento a su derecha. Y sin voluntad de buscar acuerdos, porque Vox siempre querrá ir un paso más allá para mantener su perfil «anti-todo», a sabiendas de que así conecta con una parte del electorado de Casado. ¿Competir o ignorarles? ¿Confrontar con ellos o preservar su condición de aliados? Aliados, en teoría, ya en gobiernos autonómicos, y, posiblemente, necesarios socios en La Moncloa para que pueda cumplirse el deseo de Casado de llegar al Gobierno en las próximas elecciones.

La estrategia de Abascal está clara. Para el PP, y también la han visualizado en el PSOE, aunque con otro interés. El objetivo de Vox será convertir las sesiones de control en una competición de Abascal con Casado, con Sánchez como pretexto; mandarán los empujones por la derecha en cada una de las tomas de posición parlamentaria que lleven a Pleno; y abusarán de su posición institucional para tensar internamente al PP con debates sociales sobre los que hay un consenso, y en los que la principal fuerza de la oposición ha primado su obligación de formar parte de ese consenso como partido de gobierno, a costa de renuncias que dejan espacio entre una parte de su electorado para el populismo con el que se ha colado Vox.

Por otra parte, el núcleo duro de la dirección del PP, con Casado al frente, ha decidido apostarlo todo a la tesis de que habrá acuerdo de investidura entre Pedro Sánchez y ERC. En ese nivel no tienen ningún duda de que el pacto se cerrará y de que habrá investidura del Gobierno de coalición entre el PSOE y Podemos. Están ya trabajando en la oposición y en cómo sacar la mayor ventaja de un nuevo Ejecutivo al que ven «muerto» en cuestión de meses. Por eso entienden que es una oportunidad para impulsar a Casado como líder de la alternativa y creen que no pueden cometer errores que abran espacios a Vox.

Este convencimiento sobre que habrá un acuerdo de investidura es lo que explica que el líder del PP no se haya dejado ni un mínimo resquicio para poder moverse del «no» categórico a Sánchez, si se tuerce el pacto con los independentistas, mediante la vía de ofrecerse como alternativa para evitar unas nuevas elecciones.

Casado está ya trabajando en su candidatura para las próximas generales, que, aunque haya Gobierno, en Génova ven muy cerca en el tiempo. Y en ese objetivo de llegar a La Moncloa «con el impulso del Gobierno imposible de Sánchez con Iglesias y Junqueras», el gran reto que tiene el PP por delante es acertar en la estrategia de plantar cara a Vox sin abandonar su posición de partido de gobierno ni tampoco los planteamientos moderados que le permitieron crecer por el centro en las últimas elecciones.