España

La investidura de Sánchez

Sánchez entrega a ERC la «estabilidad» de España y de la legislatura

El PSOE asume en su comunicado el «conflicto en cataluña» y apela al «diálogo institucional». Los republicanos mantienen el «no» a la investidura y se emplazan al martes

Cita clave para la investidura la que tuvo lugar ayer en el Congreso de los Diputados entre los equipos negociadores de PSOE y ERC. Los 13 diputados republicanos tienen en su mano hacer presidente a Pedro Sánchez y dar luz verde al primer gobierno de coalición de izquierdas de la democracia. Los soberanistas se saben decisivos y jugarán esta baza en favor de sus intereses. En el Ejecutivo dotaban de la máxima trascendencia a esta reunión y, por este motivo, el miércoles se produjo una minicumbre en Moncloa, encabezada por el propio Sánchez y en la que se preparó a conciencia el encuentro con los negociadores –Adriana Lastra, José Luis Ábalos y Salvador Illa– y la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo. El objetivo de esta primera toma de contacto era sentar unas bases sólidas sobre las que avanzar en el futuro y ver la «disposición real» sobre la mesa de negociación de los republicanos. «Si están pensando en Madrid o en Cataluña», en referencia a si existe un compromiso cierto de poner en marcha la legislatura o se prioriza la pugna dentro del independentismo y la retórica incendiaria de cara a una futura cita con las urnas en Cataluña.

La reunión, de más de dos horas de duración y en «un ambiente de diálogo constructivo y voluntad de entendimiento», tuvo un resultado positivo, aunque la discreción que se ha impuesto sobre todo el proceso relativo a la investidura hizo que se saldara con un escueto comunicado por ambas partes en el que se emplazaron a una nueva cita el próximo día 3 de diciembre en el Congreso de los Diputados –coincidiendo con la Constitución de las Cortes–. Se mantiene la ficción, pues la posición de ERC no ha virado del «no» y mantienen sus exigencias de un diálogo entre gobiernos, sin vetos ni apriorismos, con un calendario y con garantías de cumplimiento.

En el texto remitido también aseguran que en esta «primera aproximación se ha podido constatar la existencia de diferencias, pero también de puntos de encuentro», entre ellos, sendos comunicados se refieren al «conflicto político en Cataluña». Que esto se reconociera por escrito era una de las demandas de los soberanistas. También la «voluntad compartida de diálogo que permita desencallar la formación de Gobierno y asegurar la estabilidad política necesaria». Los socialistas aspiran a –además de sacar adelante la investidura–arrancar a ERC un compromiso más ambicioso para la aprobación de los Presupuestos, que dote de partida de cierta estabilidad la legislatura. Las dos partes consiguen llevar a la otra a su terreno, bajo la coartada de «sacar al país del bloqueo» y «recuperar los derechos civiles, laborales y sociales cercenados por el PP».

Antes de la reunión el ánimo de los socialistas era favorable, pero este no parece ser ya un indicador fiable, si tenemos en cuenta que, en su relación con ERC, el PSOE vive en una suerte de montaña rusa. El último altibajo se produjo a cuenta de la aprobación del real decreto para luchar contra la república digital catalana que se aprobó el miércoles en el Congreso con los votos de PP y Ciudadanos. Reconocen los socialistas que los republicanos son «impredecibles» y cada paso que han ido dando en los últimos días –desde la consulta a las bases para rechazar la investidura, hasta el artículo de Pere Aragonès en el que sentaba las «cuatro patas» de la mesa de diálogo, haciendo referencia a la autodeterminación y la amnistía– les han dejado primero sin resuello para luego darles algo de oxígeno.

Y esto es lo que ha pasado también en las últimas horas, aunque instalados en el «no», los republicanos han querido acercar posturas y se han encontrado con un PSOE receptivo que no escatima en gestos. En privado, se transmitió a Ferraz que ERC no será tan taxativo en sus planteamientos como exhiben en público y los socialistas han correspondido con guiños orientados a limar asperezas. Al propio José Luis Ábalos, no le dolieron prendas en referirse ayer ante los micrófonos de los periodistas al de Cataluña como un «conflicto político». Una consideración dialéctica en la línea del comunicado y que va más allá del «conflicto de convivencia» que se defendió durante la campaña por parte del PSOE. Del mismo modo, Carmen Calvo calificó a Esquerra Republicana como la «otra izquierda histórica de este país» y aseguró asimismo que es «importante tener puntos en común con quien no piensa como tú». El culmen de esta gestualidad puede llevar a que el eventual acuerdo se acabe cerrando en Barcelona, a 500 kilómetros del lugar que albergará la investidura.

Cuándo se produzca la misma es una incógnita que también está en manos de ERC desvelar. En Moncloa no están dispuestos a activar la maquinaria de la investidura antes de Navidad, si no tienen asegurado que ésta saldrá adelante, esto es, si no tienen asegurados los apoyos de los republicanos para ello. Pues hacerlo, abocados de inicio a que sea fallida, implicaría fijar de facto la repetición de las elecciones –las terceras– en el 5 de abril, Domingo de Ramos y principio de la Semana Santa, lo que desincentivaría todavía más la participación de los españoles en los comicios. En caso de contar con los apoyos, el calendario que baraja Moncloa ubica la intervención del candidato Pedro Sánchez el 16 diciembre y sendas votaciones, 17 y 19. Sobre el papel el calendario de la investidura también choca de lleno con el calendario interno de los republicanos que, en plena sucesión de Oriol Junqueras, celebran el 21 de diciembre el Congreso de la formación.