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Carmen Lomana: «En las grandes fiestas ves bisutería a tutiplén. Es más ‘‘cool’’»

Lomana, luciendo los anillos que regala LA RAZÓN
Lomana, luciendo los anillos que regala LA RAZÓNlarazon

El precio no define la belleza de un objeto: ella, que ha hecho del «glamour» su apellido, asegura que no sólo las joyas de alta gama ensalzan la belleza femenina: de hecho, lo bonito, si es gratis, se disfruta mucho más

Por seductora que sonase Marilyn Monroe entonando aquello de «Diamonds are a girl’s best friend» («los diamantes son los mejores amigos de la mujer»), si hay algo que Carmen Lomana defiende es que la elegancia no consiste en dejarse deslumbrar por el destello fugaz de una joya, sino en conseguir una melodía propia en el complejo arte de afinar nuestros «outfits». En ese ejercicio de composición, los complementos son los aliados perfectos para revelar un estilo personal y decir lo que calla la –demasiadas veces– homogénea vestimenta. Referencia del glamour patrio, gurú estilística y amante confesa de los accesorios, Lomana se ha convertido en la imagen de los anillos que regala LA RAZÓN, perfectos para dar un toque de color a cualquier «look».

–¿Las cosas tienen más glamour cuando se les añade la palabra gratis?

–No, es práctico: si algo, además de ser bonito, no te cuesta nada, resulta estupendo, lo disfrutas más. La elegancia no tiene que ver con el precio, sino con la belleza del objeto en sí. Esta promoción me gusta porque, no sólo puedes conseguir unos anillos bonitos gratis, también te informas leyendo el periódico, ¡qué más se puede pedir!

–¿Los complementos visten más que un abrigo?

–Me parecen básicos, son los que crean la personalidad y diferencian un «look» de otro. Un buen complemento te puede levantar cualquier «outfit», un vestido simple se puede elevar con una buena sortija, un broche divino o unos pendientes. Una de las cosas en las que más se nota el estilo de una persona es en cómo domina los complementos, no en cómo luce un básico (faldas, blusas...).

–El anillo, además, ha sido siempre un complemento fetiche...

–Sí, representa desde el compromiso del amor hasta la traición del envenenamiento, porque antes solían ocultar en ellos la ponzoña que luego vertían en las copas para eliminar a los enemigos. En cualquier caso, el anillo siempre realza la belleza: las manos son lo primero que se ven de nosotros, son casi como palomas, se mueven y vuelan, y resultan mucho más bonitas si las adornas.

–Para conjuntar joyas preciosas con bisutería también hay que tener arte, ¿no?

–Eso se ha hecho toda la vida y además está muy bien mezclarlo. Mucha gente lleva un collar maravilloso de perlas o de oro y luego una sortija o una pulsera que pueden ser de una buena bisutería. Eso sí, lo que hay que tener es sentido del gusto para saber combinarlos, que sean objetos del mismo estilo. Si llevas un collar de brillantes montado en platino, pues una sortija bañada en oro no te pega, pero sí lo hace con un collar de piedras de colores.

–En estos tiempos de escasez, ¿el lujo debería estar prohibido por decreto?

–No tiene porqué. Si tú posees piezas heredadas o compradas con tu dinero, de una forma digna, ¿por qué no lucirlas? A través de la historia, desde la mujer neandertal, nos hemos adornado: es algo consustancial a la naturaleza humana y, concretamente, a la femenina, sin olvidar que los hombres también lo hacen. Ahora bien, si lo que luces es algo robado o comprado con dinero de dudosa procedencia, entonces, sí, mejor no te lo pongas, es una vergüenza.

–¿La elegancia es incompatible con los pensadores de izquierdas?

–No debería de serlo. Es más, yo me fío mucho más de una persona que va bien arreglada, que tiene un buen aspecto físico y que no parece de una tribu determinada. La ideología no debería de ir mezclada con la forma en la que vas vestido. Su ropa puede dar apariencia de que no les importa la moda y luego pasarse horas eligiendo la camiseta que se ponen. Además, en cuanto la izquierda sube al poder, cambia. Alfonso Guerra se iba a Italia a encargarse sus ropas y trajes y, como él, muchos políticos.

–Pablo Iglesias confesó que compraba la ropa en Alcampo, ¿se puede vestir bien con diseños de un supermercado?

–Si sabes mezclar y elegir, se puede comprar en Alcampo. Además, los hombres tampoco tienen un vestuario tan complicado. En realidad, la ropa no te viste, te desviste: te muestra ante los demás, es una tarjeta de presentación. El cómo vayas dice mucho, pero lo que tengo claro es que la inteligencia no tiene nada que ver con cómo te vistes y cómo piensas. De Podemos no me preocupa lo que llevan puesto, sino una ideología que considero obsoleta.

–Ahora, más que nunca, ¿se puede vestir bien y barato?

–Antes la vestimenta diferenciaba mucho a las clases, pero en este momento, con las tiendas «low cost», hay ropa preciosa en Zara, Mango, Bershka... y al alcance de todos. Estos días me he inflado de comprar en tiendas de Inditex blusas, suéters... La elegancia no tiene que ver con el precio, hay objetos carísimos que resultan espantosos. Por ejemplo, las hermans Kardashian, que se han puesto esos almohadones en el trasero, compran cosas carísimas y son horribles. Es todo aquello que usted jamás se debería poner.

–Es que el estilo no se compra, ¿se nace con él o se educa?

–Hay gente que desde la cuna tiene un don, un sentido del gusto extraordinario, aunque hayan nacido en el ambiente más sórdido del mundo. Pero luego, claro, también se aprende viajando, observando... se va puliendo. Ahora bien, si no tienes buen gusto, da igual lo que hagas, hay gente imposible.

–«Los diamantes son los mejores amigos de la mujer», cantaba Marilyn, ¿se puede aplicar también a la bisutería?

–Es maravillosa: a mí determinadas piezas de este tipo me gustan mucho más que una joya cursi y pasada de moda. En las grandes fiestas ves bisutería a tutiplén, la mayoría de la gente la lleva y no importa siempre que sea bonita. Luego hay joyas preciosas también estupendas pero, claro, no están al alcance de todo el mundo. Como dije en su día al referirme a ella como la «bisuta», yo la adoro, resulta más moderna y «cool».

–Vale tanto para ir de cañas como para las recepciones de la embajada...

–Depende, porque yo si me voy a tomar una cerveza no me pondría un collar de perlas. Lo importante de la bisutería es saber cómo y con qué te la tienes que poner.

–¿Y qué le han parecido los anillos que regalamos?

–Están muy bien. Son unas sortijas al estilo de las joyas de Pomellato, se pueden llevar en cualquier momento, tanto si vas de «sport» como más elegante. Además, le da un plus el hecho de que puedas combinar varias a la vez, aunque depende mucho del tamaño de tus dedo y de tus manos.

–¿Alguna recomendación para lucirlas?

–Si vas con «looks» más sencillos, de mañana, mejor llevar la sortija sola. La combinación de tres me resulta más festiva. Pero todo depende de la personalidad de cada uno: yo soy muy barroca, así que me pondría los tres porque, como digo, lo bonito de los complementos es que, precisamente, marcan tu personalidad.