La investidura de Sánchez

Pedro Sánchez busca salir indemne de la "no"investidura

El PSOE no quiere ceder el relato a los morados y se afana en negociar para no ser identificados como los culpables si fracasa la coalición.

El presidente en funciones, Pedro Sánchez y José Luis Ábalos. Foto: Alberto R. Roldán
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El PSOE no quiere ceder el relato a los morados y se afana en negociar para no ser identificados como los culpables si fracasa la coalición.

Del reparto de puestos de responsabilidad al reparto de responsabilidades. De buscar la coalición en privado a una coartada en público ante la repetición electoral. Entre estos dos extremos se debate el PSOE en las negociaciones que con menor o mayor intensidad mantiene con Unidas Podemos en las últimas horas. En juego está la batalla del relato. El famoso «win-win» (ganar o ganar) que Moncloa aplicó en la negociación de los Presupuestos Generales del Estado con los independentistas opera ahora con la formación de gobierno con los morados. Entonces, si los soberanistas apoyaban las cuentas, Sánchez se aseguraba mantener La Moncloa; mientras que si no lo hacían, los socialistas concurrirían a las urnas libres de toda vinculación con los partidos independentistas. Ahora, Ferraz se afana por extremar los esfuerzos, y que así se perciba por parte de la opinión pública, para lograr llegar a un acuerdo con Podemos y, en caso de que esto no se produzca, que los españoles no les identifiquen como los culpables de abocar a España a unos nuevos comicios.

Lo cierto es que la primera sesión del debate de investidura, que se produjo el lunes, no contribuyó a esta estrategia, que ya había quedado tocada con el paso atrás de Iglesias. El impasse de las negociaciones, así como la intervención del líder morado en la que revelaba que los socialistas les habían negado todas sus aspiraciones, colocaron la mancha de la culpa sobre el PSOE. Calvo salió ayer a revertir esta situación y devolver la pelota al tejado de los morados, asegurando que había sido el líder de Podemos quien había «entorpecido» esta negociación con su alocución ante el pleno y que para el PSOE no había «elementos decorativos, sino políticas de calado». «Nos sorprendió la intervención de Iglesias, que colocaba en una posición más complicada la negociación», reconoció la vicepresidenta al tiempo que aseguraba que «hubiéramos querido seguir en un plano más prudente y discreto». No haciendo –precisamente– gala de esa discreción, Calvo optó por revelar, a su vez, las negativas que les había dado Podemos. Aseguró que el PSOE había aceptado que una persona «importante» de la formación –en alusión a Irene Montero– detentara una vicepresidencia de corte social y que justo «20 minutos antes» de que comenzará la intervención de Sánchez el lunes, se había rechazado por parte de Echenique la oferta que bien entrada la noche del domingo se había lanzado desde Moncloa.

El PSOE pasaba así a la acción para despachar la responsabilidad del fracaso negociatorio a Podemos –la coartada– y horas después lo hacía para avanzar hacia La Moncloa –la coalición–. Los socialistas comenzaron ya en sede parlamentaria a rebajar el tono y lanzar gestos conciliadores. El propio Sánchez viraba de evitar verbalizar la coalición el lunes a abrazarla ayer abiertamente. «Yo ya he elegido, quiero gobernar con Unidas Podemos. Tenemos que hacer un gobierno posible», aseguró. En la misma línea, la portavoz socialista en el Congreso, Adriana Lastra, calificó de «error histórico» que no se llegara a un acuerdo y recordó que el PSOE mantenía la puerta abierta para esta integración.

En este contexto, los socialistas reúnen hoy a su Ejecutiva para dar carta de naturaleza a la oferta de coalición con Podemos y activar las facultades de José Luis Ábalos para –como secretario de Organización– poner en marcha la consulta a las bases socialistas, que requieren los estatutos, en caso de que se llegue a rubricar un pacto con los morados. Si esto no se produce, el argumentario en Moncloa ya está preparado. Fuentes gubernamentales avanzaban ayer varios ejes de su discurso. Criticaban que se calificara de «humillación» la primera propuesta de coalición entre dos partidos de la izquierda que se hace en España y que se despachara por Podemos con esa ligereza. También afean que se haya pasado por alto el programa y que se haya puesto toda la atención y las energías en negociar los sillones, en lugar de las propuestas. Al mismo tiempo se demanda «realidad» y se echa en cara la «ceguera histórica» de los morados, avanzando que el pacto solo es posible desde las coincidencias competenciales. Esto es, «allá donde se puede estar de acuerdo, en cuestiones sociales, negociemos competencias». Estas mismas fuentes ponen el foco en el «gobierno posible», «realidad y posibilidad» para llegar a materializarlo. En caso de que se torne irreal o imposible la coalición, la cortada ya está construida para llamar a las urnas, trasladando la culpabilidad a Podemos.