Restringido
España en Verano: Orgulloso de ser Medinaceli
Afectado por la pérdida de su abuela, la duquesa de Medinaceli, el hijo menor de Nati Abascal continúa con sus compromisos profesionales y hace una parada para hablar con LA RAZÓN: «Es una satisfacción y una suerte pertenecer a esta familia».
La elegancia es más una cuestión de valores que de instinto. El instinto viene dado e iguala a todos los hombres; los valores, sin embargo, se adquieren y se preservan, y eso es lo que consigue convertir a una persona en alguien diferente. Luis Medina lo sabe, por eso defiende que no es la sangre aristocrática que corre por sus venas la que ha ha hecho de la distinción y la clase la continuación natural de su apellido. Su alcurnia es para él otra cosa: un álbum familiar, un trozo de la historia con nombre propio, los recuerdos de un hogar –aunque desde fuera sólo pareciera un palacio–, el olor a gardenias de la infancia y, hoy por hoy, tras el fallecimiento de su abuela, la duquesa de Medinaceli, también una tempestad de nostalgia y tristeza. Muy afectado por la pérdida, Luis Medina esquiva, con su talante natural, hablar de una de las mujeres que más han marcado su vida. Sólo el quiebro con el que de pronto se corta su voz deja traslucir lo que le unía a su abuela Victoria Eugenia Fernández de Córdoba y Fernández de Henestrosa, la aristócrata con más títulos de España tras la Duquesa de Alba, y quien cedió a Luis Medina el de conde de San Martín de Hoyos. Aunque el sol del verano parece haberse cubierto, el hijo menor de Naty Abascal intenta despejarlo reivindicando sus raíces. Quizá por aquello que decía Balzac –«la elegancia es la ciencia de no hacer nada igual que los demás, pareciendo que se hace todo de la misma manera que ellos»–, Luis se siente más cómodo pasando inadvertido, pero vence su timidez para contar a LA RAZÓN cómo se encuentra en estos difíciles momentos.
–Ha sido una semana dura para los suyos...
–Sí, es algo de lo que prefiero no hablar, mi abuela no era muy dada a estas cosas... Pero la familia está bien, gracias.
–¿Cuál cree que ha sido el legado más importante que han transmitido damas de la nobleza como su abuela y la Duquesa de Alba?
–Aportan muchísimo, son personas muy preocupadas y dedicadas a los demás. Doña Cayetana dedica mucho tiempo a cooperar con fundaciones de todo tipo. No viven para nada en su castillo, están en el presente y son un gran ejemplo.
–¿Considera que se están perdiendo los valores de la nobleza?
–No se trata de eso; las generaciones que venimos detrás continuamos su legado de otra manera, con un estilo diferente. Ya no vamos en coches de caballo: las formas cambian, porque la vida también lo ha hecho.
–Por ejemplo, usted, que ostenta el título de conde de San Martín de Hoyos, ¿tiene muy presente su linaje en su día a día?
–Lo tengo en cuenta porque para mí es un orgullo pertenecer a la familia que pertenezco, saber todo lo que hay detrás de mí y lo que mis antepasados han hecho en la historia es una satisfacción y una suerte, pero no te añade más en la vida, porque la vida eres tú y lo que haces.
–Se le considera uno de los hombres más elegantes del mundo ¿le ha ayudado su condición de aristócrata a tener esa distinción?
–No lo creo. De hecho, el primer hombre al que el rey nombró «lord» era hijo de un zapatero, no venía de la aristocracia, pero se ganó a pulso su título y un lugar entre los nobles. También hay gente de familias muy reconocidas e importantes que no tiene esa manera de estar. Con la elegancia no se nace, se hace.
–¿Cree que se han relajado las costumbres. ¿Se viste hoy peor que antes?
–La gente tiende a la distensión, al todo vale. Sin embargo, yo creo que ciertos hábitos y tradiciones, a la hora de vestir e incluso de vivir la vida, son importantes. Por eso pienso que es necesario hacer el esfuerzo de continuar con costumbres que forman parte de lo que somos y hemos sido.
–Usted, que ha recibido este apelativo cientos de veces, ¿qué cree que significa ser un «gentleman» en el siglo XXI?
–Alguien viajado y con cierto «background», con educación, valores e integridad, que se aleja de lo banal y superficial y profundiza en las cosas.
–Cautivó por su elegancia, una vez más, en la boda de Magdalena de Suecia. ¿Cómo fue la experiencia?
–Fue una ceremonia bastante normal, protocolaria, pero muy corriente y pude encontrarme con muchos amigos.
–Algunos creían que volvía de Estocolmo con novia: su fotografía con la modelo Caroline Winber fue muy comentada..
–Es una amiga... Buscar pareja no es una cosa que tenga ahora en mente.
–Ahora está de vacaciones en Sotogrande, con lo cerca que tiene el Peñón, ¿siente el rugido de los cañones?
–Es un conflicto histórico y se nos acabará dando la razón. Creo que el Gobierno lo está haciendo bien en ese sentido.
–¿Y qué planes tiene para lo que queda de verano?
–Con todo lo que nos ha pasado, lo que toca y me apetece es estar en familia, recogerme con los míos y disfrutar de mis sobrinos.
–¿Le han despertado el gusanillo de la paternidad?
–Me gusta ejercer de tío, estoy deseando que crezcan para jugar con ellos. Y las ganas de ser padre son naturales, claro que me apetece.
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