San Sebastián

Reestrenos por aclamación

«Doña perfecta»
«Doña perfecta»larazon

El protagonista ha cambiado: en vez de Israel Elejalde, que encabezó el cartel la pasada temporada, «Doña Perfecta» vuelve al Teatro María Guerrero, pero con Roberto Enríquez al frente. El resto sigue igual, en esta adaptación de la novela de Pérez Galdós que dirige Ernesto Caballero. «A pesar de haber sido escrita hace casi un siglo y medio, «Doña Perfecta» nos ofrece una galería de personajes representativos de ideas y costumbres que perduran en nuestra sociedad. Se trata de una historia de enconada desavenencia que se produce en el seno de una misma familia... Los temas que aborda son sorprendentemente vigentes: la fe ciega en el progreso material, el fanatismo religioso, la hipocresía social, la exacerbación del hecho diferencial localista, Madrid como culpable de todos los males del regionalismo periférico... A ello hay que añadir la capacidad de los actores a la hora de transmitir al espectador de hoy este relato de forma viva, ágil y con el humor que también contiene la novela original», explica Caballero sobre los motivos que han llevado a este montaje a conectar con el público. Coprotagonizado por Karina Garantivá, Lola Casamayor, José Luis Alcobendas y Alberto Jiménez, entre otros, explica el director del Centro Dramático Nacional (CDN) que «la idea que hemos querido resaltar no es otra que la siguiente: el dogmatismo, la cerrazón, la incapacidad de ponerse en el lugar del otro; en definitiva, la imposibilidad para el diálogo conduce al desastre tanto individual como social. Orbajosa es una metáfora de la España de su tiempo y, por desgracia, también del actual».

Una gran María Moliner

«Doña Perfecta» (Teatro María Guerrero, hasta el 24 de noviembre) es tan sólo una de las obras que esta temporada han continuado, han repetido temporada o han sido reestrenadas en la cartelera madrileña. Sumados a los éxitos comerciales («El rey león», «Toc Toc», «Burundanga», «El cavernícola», «Los hombres nunca mienten»...), los teatros institucionales también han apostado por recuperar en la apertura de temporada montajes que funcionaron bien antes del verano. Así, al propio CDN llega esta semana también «Atlas de geografía humana», un montaje de Juanfra Rodríguez inspirado en la novela de Almudena Grandes, que en su estreno a comienzos de año tuvo una excelente acogida (Teatro María Guerrero, sala de la Princesa, hasta el 17 de noviembre). De la misma manera, la semana que viene llega a La Abadía «El diccionario» (desde el día 30), una de las joyas de la pasada temporada, con Vicky Peña metida en la piel de la filóloga María Moliner. «Las reposiciones de espectáculos que han tenido una excelente acogida por parte del público es una práctica común en los principales teatros institucionales del mundo –explica Caballero–. La idea de espectáculo de repertorio, así como la de optimización de recursos está más extendida. La crisis económica, evidentemente ha hecho que en España tomemos conciencia de esta circunstancia relativa a la gestión cultural. Resulta más necesario que nunca rentabilizar unas producciones que pagamos entre todos».

A la cartelera regresan esta semana también dos montajes que se vieron de forma fugaz y que dejaron al público con ganas de más. El primero, «El chico de la última fila», estuvo en la Tabacalera en febrero de 2011, y dos años después vuelve, esta vez al Teatro Galileo. Esta producción de la compañía La fila de al lado que dirige Víctor Velasco devuelve a la programación uno de los textos más aplaudidos de Juan Mayorga, una comedia que el director de cine François Ozon puso en el candelero con su adaptación, «En la casa», premiada en el pasado Festival de San Sebastián. «La gente de La fila de al lado descubrió la obra antes de que llegase al cine –explica Mayorga a LA RAZÓN– No ha habido un movimiento oportunista, al contrario, han sido muy oportunos». La obra, que llega a Madrid protagonizada por Samuel Viyuela, está representada por un profesor que va leyendo las redacciones escolares de un alumno con un talento especial para la observación y la escritura. «En todo caso, es una obra con un carácter intensamente teatral, porque para mí el teatro es el arte de la imaginación. Y desde luego el montaje de Velasco es muy coherente con ese fondo y forma de la obra. Lo que vemos es un espacio poético, formado por una plataforma de mesas, y sin otro mobiliario que ese tipo de sillas de colegio en el que todos nos hemos sentado y algunos flexos. Con esos mínimos elementos y actores estupendos, todo eso se va convirtiendo, siempre en la imaginación del espectador, en la casa del profesor, en la del niño al que espía el protagonista, en la galería de arte y, desde luego, en el colegio», asegura el autor de obras como «Himmelweg» y «Cartas de amor a Stalin».

Pocas funciones –tan sólo ocho en realidad– realizó «La llamada», un singular musical sobre la fe y la amistad. El año pasado estuvo dos semanas en el «off» del Teatro Lara, pero llenó y estaba claro que debía regresar. Esta semana lo hace al escenario principal, de nuevo con Macarena García –la Blancanieves, Goya a la Actriz Revelación, del filme de Pablo Berger–, acompañada por Gracia Olayo, Belén Cuesta, Andrea Ros y Richard Collins Moore, y con texto y dirección de su hermano, Javier Ambrossi, y de Javier Calvo. «Lo primero que nos suele decir la gente es: cómo me sorprende que estos dos chicos tan jóvenes hayan escrito este guión y lo hayan dirigido. Es llamativo y arriesgado», explica la protagonista. Y añade: «Estamos muy contentos haciendo la obra y esa energía se transmite. Además, habla de cosas positivas y bonitas, y es ligera pero a la vez profunda». Sin olvidar que «todos los personajes son buenos». Y es que, aunque la trama transcurre en un campamento de monjas, «la función es muy respetuosa, y eso me encanta», aclara la actriz, que reconoce que creer en un proyecto tan diferente era cuestión de «fe». Y es que hablamos de «una chica que recibe la llamada de Dios y le canta canciones de Withney Houston... Ahí tuve que hacer un acto de fe en mi hermano, porque sabía que vale muchísimo y que iba a hacer algo con sentido, aunque sonara a locura». Y cuenta de María, su personaje: «Es una chica normal, de 17 años, a la que lo que más le gusta es perrear, bailar regaetón, ir a fiestas y cantar. Vive tan tranquila, pero una cosa hará que su vida se tambalee. Es un momento de crecimiento y de cambio para una adolescente».