Año ignaciano

Manresa, el último gancho para traer a Francisco a España

El superior general de los jesuitas abre el año jubilar ignaciano

Visit of Fr. General Arturo Sosa and journalist Dario Menor to Pope Francis on the occasion of the launch of En Camino con Ignacio.COMPAÑÍA DE JESÚS13/05/2021
Visit of Fr. General Arturo Sosa and journalist Dario Menor to Pope Francis on the occasion of the launch of En Camino con Ignacio.COMPAÑÍA DE JESÚS13/05/2021COMPAÑÍA DE JESÚSCOMPAÑÍA DE JESÚS

Y la puerta del año santo ignaciano se abrió. Ocurrió en la tarde de este sábado, cuando el superior general de los jesuitas, el venezolano Arturo Sosa, llevó a cabo en la localidad de Manresa este gesto con el que se abren los actos de conmemoración de los 500 años de la conversión de san Ignacio de Loyola.

La localidad barcelonesa alberga la cueva en la que el fundador de la Compañía de Jesús comenzó a escribir la guía de lo que hoy se conocen como ejercicios espirituales. Allí llegó para pasar unos días y se quedó once meses decisivos para su trayectoria vital y la de la Iglesia, poniendo en marcha una orden que hoy cuenta con más de 15.000 religiosos.

Espiritualidad ignaciana

«Tantos rasgos de la Compañía de Jesús y de lo que hoy conocemos como espiritualidad ignaciana dependen de Manresa», explicó el prepósito general de la Compañía de Jesús en la eucaristía celebrada en la basílica catalana para inaugurar este jubileo. En la homilía, el conocido popularmente como el «Papa negro» –por la influencia de los jesuitas en la historia eclesial–, destacó cómo los ejercicios «siguen vigentes hoy más que nunca» y permanecen como «un instrumento excelente que tenemos en nuestras manos».

Durante el acto, bendijo también los mosaicos de Marko Rupnik que revisten 550 metros cuadrados del templo para celebrar esta efemérides.

Lo cierto es que no pocos han interpretado la presencia de Arturo Sosa en Cataluña como una avanzadilla o una peregrinación de reconocimiento de lo que podría ser una futurible visita del Papa en 2022. Y es que, si hay un gancho que puede provocar un viaje de Francisco a España en lo personal, es Manresa. Más allá del tirón que en sí mismo Xacobeo gallego, que ya trajo a Juan Pablo II y Benedicto XVI, Manresa tiene un componente carismático y personal para el primer Papa jesuita de la historia que podría inclinar balanza. En estos días, Sosa ha lanzado balones fuera asegurando que, si bien el Papa «tiene ganas» de hacerse presente, «otra cosa es que pueda».

«Me remito a lo que dice el superior general», expone Enric Puiggròs, delegado de la plataforma apostólica de la Compañía de Jesús en Cataluña, sin dejar margen alguno a libres interpretaciones o rendijas abiertas en la puerta jubilar.

Eso sí, bromea con LA RAZÓN sobre la cuestión: «Después de resolver quién mató a JFK, la pregunta sobre el viaje del Papa Francisco es la más repetida en estos meses, pero no podemos dar respuesta porque no la tenemos». «Pero está claro –añade–, que todo buen ignaciano siempre se siente llamado a hacerse presente en Loyola y en Manresa».

Y es que, tras la frustrada peregrinación a Ávila con motivo del quinto centenario del nacimiento de Teresa de Jesús, después de que el propio Francisco hablara incluso de una posible agente que le llevaría hasta Alba de Tormes, nunca ha estado tan cerca la posibilidad de que Jorge Mario Bergoglio dé el salto a España.

«Venga o no el Papa, el jubileo abre una oportunidad para que todos vayamos a nuestro propio interior, a acoger el itinerario hecho por Ignacio y para actualizar nuestra misión como jesuitas», detalla Puiggròs, que subraya la relevancia de Manresa, como destino que marca un antes y un después en el santo de Loyola.

«Dios no conduce por caminos fáciles y él lo experimenta en este lugar. Sin duda alguna, es un lugar de encuentro con Él y de oración, incluso llevado al extremo, porque vive momentos de profunda desolación, pero también de éxtasis y de iluminación que es lo que le lleva a desarrollar esa metodología espiritual que son los ejercicios», expone el jesuita.

Por eso, este religioso justifica que el lema escogido para este «Ignatius 500», como se denomina el año santo, sea «Ver todas las cosas nuevas en Cristo».

Para Enric Puiggròs , «Ignacio trataba a Dios como un maestro, del que aprende a contemplar su vida y la realidad con otros ojos, y a partir de ahí es capaz de proponernos un camino de la mano de Jesús en el que recorremos su vida con tiempos de oración y lectura en sintonía con Dios».