Madrid

«Aquí no tengo miedo a sufrir un ataque»

La Semana Santa de los perseguidos

La Razón
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Para algunos cristianos poder celebrar la Semana Santa es todo un privilegio. Es el caso de aquellos inmigrantes y refugiados procedentes de países musulmanes que abandonaron sus hogares por la persecución a la que se veían sometidos.

Uno de estos cristianos es Ashraf Nagi, procedente de El Cairo, Egipto. Nagi es diácono de la Iglesia Copta Ortodoxa Santa María y Arcángel Miguel de Alicante. «Como cristianos de origen árabe hemos tenido miedo. Los cristianos egipcios hemos tenido muchos problemas. Cuando aquí otros árabes musulmanes se enteran de que soy cristiano a veces no quieren hablar conmigo. Piensan que por ser egipcio debo ser musulmán», explicó a este periódico. En España la comunidad de cristianos coptos procedentes de Egipto tiene que adaptarse a los pocos medios. «Para celebrar los oficios de Semana Santa alquilamos un local o nos juntamos en casa de algún amigo. No tenemos ningún templo y esto hace que no podamos festejar los ritos con facilidad». La mayoría de los miembros de su comunidad huyeron de Egipto por el miedo al fanatismo musulmán, cada vez más creciente. «Aquí estamos más tranquilos y nos sentimos más seguros».

En esta misma situación se encuentra Joseph Anwar, de origen pakistaní, que abandonó su país para no ser encarcelado junto a su hermana y su cuñado, falsamente acusados de blasfemia. «Veo mucha diferencia con la Semana Santa de Pakistán. He ido a las procesiones y a los oficios. No tiene nada que ver con mi país. Aquí me siento tranquilo y más seguro a la hora de celebrar estas fiestas, sin tener miedo de un ataque», declaró Anwar. «Me siento muy bien pudiendo asistir a las celebraciones aunque sufro por estar lejos de casa». Asegura que ha perdido mucho marchándose de su país y considera que este mundo le ha puesto las cosas difíciles para «seguir el mensaje de alegría de Cristo». Su misión durante estos días ha sido coger fuerzas y rezar por él y su familia en las celebraciones, para que, de una vez por todas, dejen de estar perseguidos.