Roma

Bergoglio «nunca tuvo relación con la dictadura»

El respaldo del Nobel de la Paz Pérez Esquivel: «Hubo obispos que fueron cómplices. El Papa Francisco, no»

La Razón
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El nombramiento de Jorge Mario Bergoglio como nuevo Papa revivió la polémica en torno su actuación durante la dictadura militar argentino (1976-1983). Así como en 2005 al ser elegido Benedicto XVI se cuestionó su pertenencia a las Juventudes Hitlerianas, con la elección de Francisco resurgieron las críticas de quienes lo acusan de no haber hecho lo suficiente para oponerse al régimen.

Sin embargo, ayer varios referentes de la lucha a favor de los derechos humanos salieron a respaldar al nuevo Pontífice. La abogada Alicia Oliveira conoce a Bergoglio desde hace más de 40 años. Por eso, lloró cuando en la pantalla del televisor de un bar de Almagro leyó que el nuevo Papa era su amigo. Oliveira se transformó en la primera jueza del fuero penal en 1973. Tres años después, llegó el golpe militar y la jovencísima Oliveira fue echada de ese cargo y perseguida por los militares. «Ahí pasé a ser una desocupada total. Luego de que me echaran, Jorge me mandó un ramo de rosas maravilloso para acompañarme en ese momento», relata la abogada a LA RAZÓN. Y detalla alguna de sus vivencias junto a Bergoglio en los espantosos tiempos de la dictadura: «Nos veíamos dos veces por semana. Él acompañaba a los curas de la villa; estaba informada permanente por él de lo que sucedía allí». Asevera que «me consta el compromiso de Jorge» y cuenta una historia vinculada a esos años de plomo: «Cuando alguien se tenía que ir del país, porque no podía permanecer un minuto más aquí, se lo despedía con una comida. Y él, siempre estaba».

Oliveira conoce bien, además, la historia del secuestro de los sacerdotes Francisco Jalics y Orlando Yorio, que es usada para acusarlo de colaborar con la dictadura. Ambos religiosos fueron detenidos en mayo de 1976 y permanecieron durante cinco meses en la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA) hasta que fueron liberados. «Los dos curas eran jesuitas. No estaban en la Villa 1.11.14, sino en el Barrio Rivadavia. Ellos tenían un grupo ahí, donde también estaba la hija de Emilio Mignone», afirma.

«Les dijo que se fueran, que era muy riesgoso; pero no había forma, se querían quedar», dice Oliveira, quien recuerda que, de todos los que militaban allí, los únicos que sobrevivieron fueron los dos curas. Según la ex Defensora del Pueblo porteña, «habló con todo el mundo, con Massera y Videla también». La posibilidad de acceder a esos jerarcas de la dictadura era por su cargo en la Compañía de Jesús, donde se controla a los jesuitas de todo el mundo. Oliveira, que fue secretaria de Derechos Humanos de Cancillería, en los tiempos del ministro Rafael Bielsa y del presidente Néstor Kirchner, cultivó la amistad con el flamante Pontífice durante todos estos años y habló por teléfono con él, poco antes del vuelo que lo llevó el 26 de febrero con rumbo a Roma.

En la misma línea, se ha manifestado el activista argentino de los derechos humanos Adolfo Pérez Esquivel, ganador del Premio Nobel de la Paz en 1980, que negó que su compatriota tuviese vínculos con el régimen militar. «A Bergoglio se le cuestiona porque se dice que no hizo lo necesario para sacar de la prisión a dos sacerdotes, siendo él el superior de la congregación de los jesuitas. Pero yo sé personalmente que muchos obispos pedían a la Junta Militar la liberación de prisioneros y sacerdotes y no se les concedía», añadió Pérez Esquivel. «Hubo obispos que fueron cómplices de la dictadura, pero Bergoglio, no», declaró Pérez Esquivel a este diario.