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Abusos a menores

El dúplex de las «convivencias» de los Romanones

Imagen de la fachada del dúplex propiedad de Román Martínez en Salobreña, donde presuntamente tuvieron lugar los abusos
Imagen de la fachada del dúplex propiedad de Román Martínez en Salobreña, donde presuntamente tuvieron lugar los abusoslarazon

Daniel denunció abusos sexuales ante el Papa por parte de varios sacerdotes y un profesor de Religión

Daniel –sobrenombre con el que se conoce al joven que denunció ante el Papa los abusos sufridos por el «Clan de los Romanones»– inauguró las convivencias veraniegas en Salobreña, municipio costero de Granada. Román Martínez, ex párroco de San Juan María Vianney, ha sido durante varios años el encargado de la pastoral juvenil en el barrio de Zaidín, donde también se encuentra la iglesia del Corpus Christi y la de Pio X, en las que ha ejercido como párroco. En 2007, Don Román le compró a un empresario un dúplex en primera línea de playa por el que pagó más de 300.000 euros, según explicaron sus vecinos. Ese mismo año, Daniel comenzó a pasar en esta casa varios fines de semana en invierno y algunas semanas en verano. El propio joven, en la misiva enviada a Francisco, relata las vejaciones de la que es objeto en esta vivienda: «Las prácticas sexuales más frecuentes iban desde masajes a masturbaciones y besos en la boca».

Los sacerdotes Francisco José Campos y Manuel Morales, y el ex profesor de Religión Sergio Quintero, son, junto a Román, los señalados directamente por Daniel en su carta a Francisco. Pero no estaban solos. El supernumerario del Opus Dei, de 24 años, cita a otros seis sacerdotes y a otro laico. Entre los sacerdotes hay dos hermanos, que, según explicó el joven, no actuaban, pero eran conscientes de todo cuanto ocurría en la cama de Don Román, en la que siempre dormía Daniel. Además, otro de los señalados por este granadino es el hermano sacerdote de Sergio Quintero, de quien siempre presumía en sus clases en el instituto Alonso Cano de Dúrcal, según detallaron algunos ex alumnos.

Hasta la fecha sólo se han producido dos denuncias formales. No obstante, la Asociación Pro Derechos del Niño (Prodeni) ha recibido dos llamadas alertando de otros posibles casos. Y es que decenas de jóvenes han pasado largas estancias veraniegas en el dúplex costero «romanón».

El pasado mes de agosto fue la última vez que se vio a los religiosos en su dúplex. «Vinieron 20 personas, los cuatro a los que detuvieron y varios jóvenes de 16 o 17 años», afirma el encargado de mantenimiento, a quien le encomendaron la tarea de hacer copias de llaves para todos. Ya hace ocho años que «Los Romanones» cuentan con esta propiedad. Sin embargo, hay vecinos de la zona que se han enterado de que eran sacerdotes por los medios, porque «nunca llevaban el hábito». Desde entonces, cada verano han sido vistos con varios jóvenes. «Siempre hemos creído que se trataba de seminaristas, pero ya no sabemos lo que creer», comentó una vecina. Y es que sólo quienes han estado en la casa saben lo que esconden sus paredes.

Culto al líder

«Todos siguen a Román. Él es el líder y los demás, sus palmeros», cuenta una feligresa a la salida de misa. En la parroquia de San Juan María Vianney le ha sustituido el padre Manuel, un joven que, como Daniel, ha sido su monaguillo. Pero él no da crédito a las acusaciones contra Don Román: «No puede ser, no puede ser. Esto es una venganza». La familia del sacerdote, de 62 años, también cierra filas en torno al cabecilla de la presunta trama de abusos a menores. «Si falla la Justicia de los hombres, saben que cuentan con la de Dios», dijo a LA RAZÓN Raquel, tía de Román. Pese a la prisión bajo fianza que decretó el pasado miércoles el juez contra el sacerdote, su tía mantiene que saben desde hace tiempo que todo es falso. Por eso, «ellos están muy tranquilos». No se conoce el paradero de los cuatro religiosos, pero se encuentran juntos. «Tienen quien les cuide», indicó su tía. Al ser preguntada sobre las denuncias, la mujer se limitó a contestar: «Que Dios perdone a su pueblo».

Don Román es uno de los seis hermanos de una familia adinerada de Caniles, una pequeña localidad granadina. Su padre era el médico del pueblo y su madre una reputada maestra. Sin embargo, fallecieron jóvenes en un accidente de tráfico, que marcó a los hijos para siempre. La más pequeña de los hermanos, que también viajaba en el vehículo, se debatió entre la vida y la muerte. «Nunca nos hemos recuperado del todo de esto», señaló su hermana Julia. Otra de las hermanas del sacerdote también vive en Granada. Otro se trasladó a Oviedo y el sexto falleció hace algunos años a causa de un cáncer.

Durante algunos meses, su sobrina Julia vivió en la casa que el sacerdote tiene en el centro de Granada, ya que estaba estudiando en la Universidad. Pero no sólo ella, varios jóvenes han estado instalados en esa vivienda durante sus periplos universitarios, según explicaron los propios vecinos, puesto que Román ofrecía su hogar a estudiantes de otras provincias andaluzas hasta que encontraran cobijo.