JMJ de Río
El Papa alerta de que el dinero «empacha» pero no da la felicidad
La naturalidad del Papa conquista una playa de Copacabana abarrotada
Alrededor de un millón de personas se congregaron anoche en la célebre playa de Copacabana en Río de Janeiro para participar en la fiesta de acogida a los jóvenes que participan en la Jornada Mundial de la Juventud. El Papa Francisco, emocionado y espontáneo ante la multitud, dijo que quería que los jóvenes le «confirmaran en su fe» gracias a su entusiasmo y lamentó «lo feo» que resulta «un obispo triste». Durante la fiesta se vivieron momentos de gran emoción, como cuando el Pontífice se acordó de su antecesor, Benedicto XVI, o de los muchachos que no han podido viajar a Río de Janeiro y siguen la JMJ a través de los medios de comunicación y las redes sociales.
«Antes de venir a Brasil me encontré con el Papa Benedicto y le pedí que me acompañara con la oración en la JMJ. Él me dijo que lo haría y que seguiría todo por la televisión, así que ahora él seguro que nos está viendo. ¡Vamos a mandarle un gran aplauso!», pidió. La multitud congregada se contagió con su entusiasmo y jaleo al actual obispo de Roma y a su antecesor.
Con los jóvenes entregados al Obispo de Roma, éste aprovechó para hacer un repaso de aquellas tentaciones que amenazan en los jóvenes, como dejar a Dios fuera de sus vidas poniendo al ser humano «en el centro» al creer que cada uno construye su vida.
Hizo especial hincapié en el deseo del «tener» como un camino errado a la felicidad. Así, indicó que estos pueden ofrecer «un momento de embriaguez, la ilusión de ser felices» pero, al final, «dominan y llevan a querer tener cada vez más, a no estar nunca satisfechos». «Y terminamos empachados pero no alimentados. Y es muy triste ver a una juventud empachada pero débil», subrayó de forma improvisada.
Frente a ello, planteó la fe como verdadero alimento para la vida, «una revolución que se podría llamar copernicana», porque pone en el centro a Dios, de forma que el modo de pensar y obrar se transforma en el mismo de Jesús y el corazón se llena de paz, dulzura, ternura, entusiasmo, serenidad y alegría».
«Pon fe y tu vida tendrá un sabor nuevo, tendrá una brújula que te indicará la dirección; pon esperanza y cada día de tu vida estará iluminado y tu horizonte no será ya oscuro, sino luminoso; pon amor y tu existencia será como una casa construida sobre la roca, tu camino será gozoso, porque encontrarás tantos amigos que caminan contigo», explicó. «Pero, ¿quién puede darnos esto?», se ha preguntado para contestar que es Cristo. «¿Estás dispuesto a entrar en esta onda de la revolución de la fe?», les insistió.
Auténtica tormenta de fe
Finalmente, el Papa invitó a los jóvenes a encontrar en los otros jóvenes el «lenguaje de la caridad, de la bondad, del servicio» y llamó a cada uno a ser «un testigo gozoso de su amor, un testigo entusiasta de su Evangelio para llevar un poco de luz a este mundo». «Qué bien se está aquí», ha exclamado recordando las palabras de Pedro después de haber visto al Señor Jesús transfigurado, revestido de gloria.
La música fue protagonista, como ocurre siempre en estas celebraciones y como se espera en un país como Brasil. Cantaron algunos de los intérpretes católicos más célebres del país y hubo algunas representaciones propias de la historia de Brasil y otras que rememoraban pasajes de la Biblia. Los jóvenes, pese al frío y a la continua lluvia, no se achantaron y repitieron la exhibición de alegría y capacidad para sobreponerse a las adversidades que también mostraron en la JMJ anterior, celebrada en Madrid, cuando se desató una tormenta sobre la explanada de Cuatro Vientos.
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