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Ciudad del Vaticano

El Papa crea el «ministerio de Economía» vaticano

La Razón
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La tercera ronda de reuniones entre el Papa Francisco y los ocho miembros del Consejo de cardenales, celebrada la pasada semana en el Vaticano, ha dado sus primeros frutos: la creación de una suerte de «Ministerio de Economía» encargado de supervisar todos los asuntos financieros y administrativos de la Santa Sede. Este nuevo organismo, que acaba con la descoordinación entre las cuentas de los alrededor de 230 entes vaticanos, estará presidido por el cardenal australiano George Pell, uno de los miembros del grupo de purpurados encargado de ayudar a Francisco en el gobierno de la Iglesia católica y en la reforma de la Curia romana. Pell, que se despide de la archidiócesis de Sydney, a cuyo frente estaba desde 2001, ostentará el título de prefecto, el mismo que tienen los cardenales que llevan las riendas de los dicasterios más importantes de la Santa Sede.

El «número dos» de la Secretaría de Economía, como ha bautizado a este nuevo organismo el Papa con su motu proprio «Fidelis dispensator et prudens», hecho público ayer, es el español Lucio Ángel Vallejo Balda, hasta ahora secretario de la Prefectura para los Asuntos Económicos de la Santa Sede. Vallejo Balda también es el «número dos» de la comisión creada por Francisco hace siete meses para estudiar la estructura económica y administrativa de la Santa Sede, presidida por Joseph F. X. Zahra, profesor de economía en la Universidad de Malta, y cuyo informe, presentado la semana pasada al Consejo de cardenales, ha inspirado la creación de la nueva Secretaría de Economía.

Al mismo tiempo que este nuevo «ministerio», el Pontífice crea un nuevo Consejo de Economía, formado por ocho cardenales y siete laicos expertos en estos temas provenientes de varios países. Este organismo sustituye al llamado «Consejo de los Quince», la institución creada por Juan Pablo II para que las Iglesias locales estuvieran representadas en el control de los balances de la Santa Sede y del que formaba parte el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid y presidente del episcopado español. Según dijo el director de la sala de Prensa vaticana, el jesuita Federico Lombardi, el Consejo de Economía marcará el camino a seguir al nuevo dicasterio.

El «ministerio» guiado por el cardenal Pell tendrá autoridad «sobre todas las actividades económicas y administrativas de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano», explicó Lombardi. Esto significa que se coloca por encima de la Administración para el Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), cuya labor como Banco Central del Vaticano queda confirmada. «Será una institución fuerte, que coordina esta dimensión de la realidad operativa: preparará balances y los publicará y responderá a los miembros del Consejo de Economía», contó el portavoz vaticano. «Se trata de una nueva estructura más amplia que afectará a todas las instituciones que tengan carácter económico o administrativo, que a partir de ahora serán revisadas y guiadas por este organismo», ahondó el jesuita.

Las novedades que introduce el motu proprio «Fidelis dispensator et prudens» no cambia el papel de otros dos entes de la Santa Sede que también se encargan de los dineros. Uno de ellos es la Autoridad de Información Financiera (AIF), que seguirá colaborando con sus homólogos de otros Estados para luchar contra el lavado de dinero negro. «Será una institución completamente autónoma de las otras», explicó Lombardi. Tampoco se ve afectado, al menos de momento, el Instituto para las Obras de Religión (IOR), la llamada banca vaticana, que tantos escándalos ha protagonizado. «Seguirá siendo objeto de estudio y de reflexión, pero no le toca esta reorganización, que tiene un horizonte mucho más amplio y que afecta a la dimensión económica y administrativa de la Santa Sede y del Estado vaticano en su totalidad. Tiene un horizonte mucho más amplio y complejo, mientras que el IOR es una institución particular con una función específica, una pequeña tesela de una realidad más amplia», comentó el director de la sala de prensa en una entrevista en Radio Vaticana.

En su motu proprio, Francisco justifica con estas palabras la reorganización: «Como el administrador fiel y prudente tiene la obligación de cuidar atentamente lo que se le ha confiado, también la Iglesia es consciente de la responsabilidad de tutelar y gestionar con atención sus bienes, a la luz de su misión de evangelización y con particular premura hacia los necesitados». Para el Papa, la forma en que se gestionan los temas financieros es clave tanto para que la comunidad cristiana pueda ejercer de forma acertada su «específica misión» como «en relación al bien común, en la perspectiva del desarrollo integral de la persona».