Catolicismo

El Papa critica las falsas «estrellas» del éxito, el dinero y los placeres fugaces e invita a «dar gratis» a los demás

Fiel a su estilo, Jorge Mario Bergoglio centró su homilía en los tres gestos de los Magos “que guían nuestro viaje al encuentro del Señor”: “ven la estrella, caminan y ofrecen regalos”.

El Papa Francisco durante la misa de la Epifanía en la basílica de San Pedro.
El Papa Francisco durante la misa de la Epifanía en la basílica de San Pedro.larazon

Fiel a su estilo, Jorge Mario Bergoglio centró su homilía en los tres gestos de los Magos “que guían nuestro viaje al encuentro del Señor”: “ven la estrella, caminan y ofrecen regalos”.

Francisco celebró ayer por la mañana en la basílica de san Pedro la misa por la Epifanía, la fiesta de los Reyes Magos, en la que hizo una comparación entre la estrella que siguieron los sabios de Oriente para encontrar a Jesús y las falsas estrellas del “éxito, el dinero y los placeres” que son meteoritos y “sólo brillan un momento”.

El Pontífice dará por concluido hoy el tiempo de Navidad con el bautizo de 36 niños en la Capilla Sixtina, como cada año el primer domingo de enero. Pero antes, invitó a los fieles de todo el mundo a ponerse en marcha y no conformarse con ir “tirando”.

Fiel a su estilo, Jorge Mario Bergoglio centró su homilía en los tres gestos de los Magos “que guían nuestro viaje al encuentro del Señor”: “ven la estrella, caminan y ofrecen regalos”.

Francisco se preguntó cómo fue posible que únicamente los Magos vieran la estrella y él mismo dio la respuesta: “tal vez porque eran pocas las personas que alzaron la vista al cielo”. “Con frecuencia, en la vida nos contentamos con mirar al suelo: nos basta la salud, algo de dinero y un poco de diversión”, afirmó.

Pero, “¿sabemos todavía levantar la vista al cielo?, ¿sabemos soñar, desear a Dios, esperar su novedad, o nos dejamos llevar por la vida como una rama seca al viento? Los Reyes Magos no se conformaron con ir tirando, con vivir al día. Entendieron que, para vivir realmente, se necesita una meta alta y por eso hay que mirar hacia arriba”, dijo ante los fieles.

Fue entonces cuando invitó a preguntarse “qué estrella seguimos en la vida”: las hay “deslumbrantes, que despiertan emociones fuertes, pero que no orientan en el camino”, algo que ocurre “con el éxito, el dinero, la carrera, los honores, los placeres buscados como finalidad en la vida”. Son “meteoritos” que “brillan un momento, pero pronto se estrellan y su brillo se desvanece. Son estrellas fugaces que, en vez de orientar, despistan”.

Al contrario, la que guió a los tres sabios, “no siempre es deslumbrante” pero sí “está siempre presente: te lleva de la mano en la vida, te acompaña”. Es más, “no promete recompensas materiales, pero garantiza la paz y da, como a los Magos, una ‘inmensa alegría’”. Pide, sin embargo, “que caminemos”.

El Papa también recordó que la verdadera estrella invita a ponerse en camino, y muestra que “Jesús se deja encontrar por quien lo busca, pero para buscarlo hay que moverse, salir. No esperar; arriesgar. No quedarse quieto; avanzar”. Por eso, “Jesús es exigente: a quien lo busca, le propone que deje el sillón de las comodidades mundanas y el calor agradable de sus estufas”.

Rememoró también que el rey Herodes puso trabas a los magos para que no llegasen a encontrar al Niño recién nacido, pero “no se mueve, está encerrado en su palacio”. Es la misma actitud de los sacerdotes y escribas que le indicaron donde, según la profecía, debía nacer el Mesías. “Ellos conocen el lugar exacto y se lo indican a Herodes, citando también la antigua profecía. Lo saben, pero no dan un paso hacia Belén. Puede ser la tentación de los que creen desde hace mucho tiempo: se discute de la fe, como de algo que ya se sabe, pero no se arriesga personalmente por el Señor. Se habla, pero no se reza; hay queja, pero no se hace el bien”, indicó.

Por último, al igual que hicieron los Magos de Oriente, el Pontífice exhortó a “dar gratuitamente, sin esperar nada a cambio”. “Esta es la señal segura de que se ha encontrado a Jesús, que dice: ‘Gratis habéis recibido, dad gratis’” y así pidió “hacer el bien sin cálculos, incluso cuando nadie nos lo pide, incluso cuando no ganamos nada con ello, incluso cuando no nos gusta”.

Sus últimas palabras fueron para recordar que “ofrecer un don grato a Jesús es cuidar a un enfermo, dedicarle tiempo a una persona difícil, ayudar a alguien que no nos resulta interesante, ofrecer el perdón a quien nos ha ofendido. Son dones gratuitos, no pueden faltar en la vida cristiana. De lo contrario, nos recuerda Jesús, si amamos a los que nos aman, hacemos como los paganos”.