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El Papa Francisco: «Querría una Iglesia pobre»
«Muchos de ustedes no son creyentes, de corazón les doy la bendición en silencio», dijo el Papa a los periodistas. Defendió el trabajo de los informadores, que requiere «atención hacia la verdad, la bondad y la belleza»
«Muchos de ustedes no son creyentes, de corazón les doy la bendición en silencio», dijo el Papa a los periodistas. Defendió el trabajo de los informadores, que requiere «atención hacia la verdad, la bondad y la belleza»
Francisco es un Papa diferente. Volvió a demostrarlo ayer al despedirse en la audiencia que mantuvo con los periodistas en el Aula Pablo VI. En lugar de impartir la habitual bendición apostólica, optó por una bendición en silencio para respetar «la conciencia de cada uno», pues era consciente de que entre los presentes había algunos que pertenecían «a la Iglesia católica» y otros que no eran creyentes. Pese a las distintas formas de vivir la fe, «cada uno de ustedes es hijo de Dios», dijo el Pontífice en español. Era la primera vez que utilizaba su lengua madre en público desde que fue elegido sucesor de Benedicto XVI el pasado miércoles. Francisco volvió a demostrar esa sencillez y calidez con la que está ganándose los corazones de medio mundo tanto en su alocución como en el posterior saludo personal que tuvo con algunos comunicadores. Con todos desplegó gestos de cariño, sonrisas y abrazos. También con los animales, pues la última persona que le estrechó la mano fue un invidente que acudió acompañado por su perro lazarillo. Francisco, recordando al santo de Asís del que toma su nombre, acarició al can con ternura. El Papa defendió el trabajo de los informadores, comentando que precisa de «estudio, sensibilidad y experiencia, como todas las profesiones», pero requiere además una particular atención hacia «la verdad, la bondad y la belleza». Estos tres conceptos hacen el periodismo particularmente cercano a la Iglesia, que «existe para comunicar precisamente esto». «Debería estar claro que todos estamos llamados no a comunicarnos a nosotros mismos, sino esta triada existencial que conforman la verdad, la bondad y la belleza». En un llamamiento contra el «papolatrismo», en el que volvía a mostrar su humildad, subrayó que «Cristo es el centro, no el sucesor de Pedro». «Cristo es la referencia fundamental, el corazón de la Iglesia. Sin Él, Pedro y la Iglesia no existirían ni tendrían razón de ser». Citó luego a su predecesor, Benedicto XVI, quien recordó varias veces que es Dios quien guía a la comunidad cristiana. «En todo lo que ha sucedido, el protagonista, en un último análisis, es el Espíritu Santo». Para Francisco, es el Paráclito el que está detrás de los dos acontecimientos que han sorprendido a los católicos y al resto del mundo en las últimas cinco semanas: la renuncia de Benedicto XVI al pontificado, tomada «por el bien de la Iglesia», y su propia elección en el reciente cónclave por parte de los cardenales. Los periodistas, comentó, deben tener en cuenta este «horizonte interpretativo» a la hora de entender y explicar lo sucedido en estas últimas semanas en Roma. Han sido momentos duros y fatigosos para los informadores, algo que Francisco reconoció y agradeció, pero que también permiten conocer mejor la «verdadera naturaleza de la Iglesia», su «camino en el mundo, con sus virtudes y con sus pecados», así como las «motivaciones espirituales que la guían». Mostrando una apertura a la comunicación que choca con la alergia de algunos pastores, aseguró el Papa que la Iglesia «reserva una gran atención a vuestra preciosa obra», ya que son los informadores quienes tienen «la capacidad de recoger y expresar las esperanzas y las exigencias de nuestro tiempo, ofreciendo los elementos para leer la realidad».
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