JMJ de Río

El Papa Francisco rechaza la legalización de las drogas

El papa Francisco durante su visita al hospital para adictos al crack San Francisco de Asís, en Río de Janeiro (Brasil).
El papa Francisco durante su visita al hospital para adictos al crack San Francisco de Asís, en Río de Janeiro (Brasil).larazon

La legalización no es la solución para acabar con el problema del narcotráfico. En un momento en que numerosos países de Centroamérica se están planteando esta alternativa hastiados de que la vía policial y judicial no dé los frutos deseados, el Papa Francisco dijo que «no es la liberalización del consumo de drogas lo que podrá reducir la propagación y la influencia de la drogadicción». Para combatir esta lacra que dinamita los cimientos de varios Estados latinoamericanos, el Pontífice propuso que se afronten «los problemas que están en la base de su uso».

En particular, deseó una acción decidida en cuatro campos: «promover una mayor justicia, educar a los jóvenes en los valores que construyen la vida común, acompañar a los necesitados y dar esperanza en el futuro». El Papa dijo estas palabras en el hospital San Francisco de Asís de Río de Janeiro, promovido por una congregación franciscana y que cuenta con 70 plazas para acoger a jóvenes con problemas de tóxicodependencia que luchan para rehabilitarse de su adicción. El lugar era, según sus palabras, «un santuario particular del sufrimiento humano».

Los católicos, deseó el Papa, están llamados a seguir el ejemplo del «pobrecillo» de Asís, quien dio el giro en su vida que le acabó marcando cuando abrazó un leproso.

Pidió a los fieles que le emularan «abrazando a cada hermano y hermana en dificultad», pues al hacerlo, también se abraza «la carne de Cristo que sufre».

«Hoy en este lugar de lucha contra la drogadicción quisiera abrazar a cada uno y cada una de ustedes que son la carne de Cristo, y pedir que Dios colme de sentido y firme esperanza su camino, y también el mío», dijo ante los toxicodependientes y los religiosos que gestionan el hospital de la ciudad brasileña. Dos de los pacientes ofrecieron su testimonio antes de que él hablara.

En su intervención deseó el Pontífice que «todos abrecemos a los necesitados» para superar así «el egoísmo que con frecuencia prevalece en nuestra sociedad». «¡Cuántos "mercaderes de muerte"que siguen la lógica del poder y el dinero a toda costa! La plaga del narcotráfico, que favorece la violencia y siembra dolor y muerte, requiere un acto de valor de toda la sociedad», deseó.

Además del «abrazo, la cercanía, el afecto y el amor», a los enfermos drogadictos hay que tenderles la mano para decirle que aunque sea difícil, pueden levantarse si de verdad lo desean. Quien quiere rehabilitarse y salir para siempre del infierno que las drogas suponen para el drogadicto y para sus familias debe saber que «nunca está solo».

«La Iglesia y muchas personas están con ustedes. Miren con confianza hacia delante, su travesía es larga y fatigosa, pero miren adelante, hay un futuro cierto, que se sitúa en una perspectiva diversa de las propuestas ilusorias de los ídolos del mundo, pero que da un impulso y una fuerza nueva para vivir cada día», comentó el Papa citando su encíclica «Lumen Fidei».

Con el deseo de dar de nuevo fuerza a los toxicodependientes para que luchen por su vida, les animó a que «no se dejen robar la esperanza». «No robemos la esperanza, más aún, hagámonos todos portadores de esperanza». Para concluir, Francisco se acordó de los familiares de los drogadictos, que «tienen un cometido no siempre fácil», diciéndoles que «la Iglesia no es ajena a sus fatigas, sino que los acompaña con afecto». «El Señor está cerca de ustedes y los toma de la mano. Vuelvan los ojos a él en los momentos más duros y les dará consuelo y esperanza», les animó.