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El Papa negociará la paz con israelíes y palestinos en junio
La histórica cita tendrá lugar en el Vaticano. Por primera vez un Obispo de Roma ejerce de mediador activo en el conflicto árabe-israelí. Según ha confirmado LA RAZÓN, esta cita con Shimon Peres y Mahmoud Abbas es inminente
El Papa Francisco no sólo habla de paz, también la construye. En su segundo día como peregrino en Tierra Santa tomó por los cuernos el sempiterno conflicto entre palestinos e israelíes para implicarse en su resolución hasta las últimas consecuencias. Fue más allá del llamamiento a unos y a otros para que dejen a un lado los intereses individuales y tengan la valentía de buscar una convivencia pacífica y duradera, e hizo suyo el problema: les ofreció el Vaticano para que sea allí donde le imploren a Dios de forma conjunta que acabe con su enfrentamiento.
Durante la alocución tras la oración del «Regina Coeli» que dirigió en la plaza del Pesebre de Belén, el Papa invitó al presidente palestino, Mahmoud Abbas, y a su homólogo israelí, Shimon Peres, a que «elevemos juntos una intensa oración pidiendo a Dios el don de la paz». «Ofrezco la posibilidad de acoger este encuentro de oración en mi casa, en el Vaticano», aseguró, antes de recordarles que «todos tenemos el deber, especialmente los que están al servicio de sus pueblos, de ser instrumentos y constructores de la paz, sobre todo con la oración».
La invitación del Pontífice no cayó en saco roto. Los presidentes Abbas y Peres viajarán a la Santa Sede durante el mes de junio para participar junto a Francisco en el rezo conjunto con el que se espera que se desatasquen las negociaciones entre palestinos e israelíes. Se habla incluso de que podría celebrarse dentro de dos semanas esta oración histórica entre un católico, un judío y un musulmán. Los tiempos serán breves, pues Peres concluye en julio su mandato. Si tiene éxito el impulso dado por el Papa al proceso de paz, será el sucesor del jefe de Estado israelí, junto al primer ministro, Benjamin Netanyahu, el que deberá continuar recorriendo ese complejo camino. Tanto Peres como Abbas aceptaron de inmediato la invitación del obispo de Roma y se mostraron agradecidos por su implicación en la consecución de la paz.
Francisco escenificó su deseo de acabar con las separaciones entre los dos pueblos en un lugar simbólico, el muro de separación levantado por Israel para evitar los ataques kamikazes de los radicales palestinos. En un acto que no estaba previsto, el Papa quiso detenerse en esta gigantesca barrera de cemento para apoyar su cabeza contra ella y rezar durante unos instantes en silencio. La imagen está llamada a convertirse en uno de los símbolos de su peregrinación a Tierra Santa.
Pablo VI, cuyo viaje de hace medio siglo se conmemoraba con esta visita, estaba bien presente en la mente de Francisco. El Papa Montini dijo entonces que llevaba a la región su arado para remover la tierra seca del diálogo entre católicos y ortodoxos. Su sucesor recuperó ayer esa imagen para decirle a los líderes palestinos que debían tener la «fuerza y la sabiduría necesarios para emprender el precioso camino de la paz, para que las espadas se transformen en arados y esta Tierra vuelva a florecer en la prosperidad y en la concordia».
Francisco se despidió de los palestinos diciéndoles: «¡Salam!» (paz) y sólo tuvo que cambiar un par de letras para saludar a los israelíes con el mismo mensaje: «¡Shalom!». En el aeropuerto de Tel Aviv, adonde llegó en helicóptero desde Belén, el obispo de Roma fue recibido por Peres y por Netanyahu. A ellos les dio el mismo mensaje que había dejado antes a los palestinos: para superar de una vez el conflicto, el mejor encaje posible para ambos pueblos es el de dos estados que vivan en armonía y plena libertad.
Renovando el llamamiento que ya hizo Benedicto XVI durante su peregrinación a Tierra Santa en el año 2009, imploró que sea «universalmente reconocido» que el Estado de Israel tiene «derecho a existir y a gozar de paz y seguridad dentro de unas fronteras internacionalmente reconocidas». El llamamiento llevaba implícita una crítica tanto al movimiento islamista radical palestino Hamás, que se niega a aceptar la existencia de Israel, como a la apropiación por parte del país hebreo de territorios palestinos por medio de colonias ilegales. A continuación pidió «que se reconozca igualmente que el pueblo palestino tiene derecho a una patria soberana, a vivir con dignidad y a desplazarse libremente». La solución de los dos estados, en definitiva, debe «convertirse en una realidad y no quedarse en un sueño».
Nada más pisar suelo israelí, el Papa hizo una dura condena del Holocausto y del antisemitismo. Aunque será hoy cuando visite el Yad Vashem, el museo que recuerda a las víctimas del odio a los judíos, Francisco ya adelantó ayer que para él la Shoah es un símbolo «de hasta dónde puede llegar la maldad del hombre cuando, alimentada por falsas ideologías, se olvida de la dignidad fundamental de la persona». Mirando hacia adelante, pidió a Dios que no se repita nunca «un crimen semejante» y propuso una educación «donde no haya lugar para el antisemitismo, en cualquiera de sus formas».
Las palabras de Francisco fueron muy bien acogidas por los líderes israelíes. «Apreciamos mucho la clara posición del Papa contra el antisemitismo, especialmente a la luz del creciente odio contra los judíos que estamos viendo en estos últimos días», dijo Netanyahu durante el Consejo de Ministros. Hacía referencia al atentado del sábado en Bruselas en el que murieron cuatro personas en un museo hebreo.
Aunque en las calles de Jerusalén el ambiente por la visita del Pontífice era positivo, hubo algunos incidentes aislados protagonizados por extremistas judíos que consideran que el lugar donde se encuentra el Cenáculo podría perder la soberanía israelí.
«La violencia se vence con la paz»
«Somos hijos de una generación que abrió los ojos bajo la ocupación. Queremos decirle al mundo que deseamos que se termine el sufrimiento. Queremos una vida en paz». Fue una de las reivindicaciones que un grupo de niños palestinos trasladó al Papa Francisco en la mañana de ayer en su visita al campo de refugiados palestinos Dheisheh. Durante el encuentro, el Santo Padre leyó una serie de mensajes que los mismos pequeños mostraron escritos en carteles: «Musulmanes y cristianos vivimos la ocupación»; «Nunca vi el mar»; «Queremos una vida como el resto de los niños del mundo», a lo que Francisco contestó: «Veo que en el corazón tienen muchas cosas. Ojalá el buen Dios conceda todo lo que desean». Para concluir, el Papa Francisco contestó, antes de despedirse, animándolos a solucionar sus diferencias con determinación pero de forma pacífica: «No dejen nunca que el pasado les determine la vida. Vayan siempre adelante. Luchen por las cosas que quieren», «la violencia no se vence con la violencia, se vence con la paz».
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