Religion
El Vaticano, en español
«No somos más que el aceite en el engranaje», aseguran los españoles que trabajan en el Estado más pequeño del mundo
En la curia romana trabajan 5.000 personas. Por eso, «que todo salga cada día es un milagro diario», reflexiona Lucio Vallejo Balda, el gestor de las cuentas de la Santa Sede y uno de los clérigos españoles que trabaja en el seno de la institución más antigua del mundo. Desde su secretariado de Asuntos Económicos coordina cerca de 200 departamentos. Todo un reto. Y no es el único que ocupa un cargo de alta responsabilidad. De los 25 trabajadores españoles, «cinco somos subsecretarios y se comenta mucho aquí dentro. Pero, lo cierto es que no somos más que el aceite en el engranaje. Recibimos órdenes y las transmitimos», comenta Juan Miguel Ferrer, subsecretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina. Su «jefe» es otro español y uno de los posibles papables, el cardenal Cañizares. Ferrer analiza la buena salud que tiene la Iglesia española dentro del Vaticano teniendo en cuenta la crisis vocacional que rige en Europa: «Somos una generación que ronda los 50 y en esa época los seminarios en España todavía estaban llenos. Es más, aquí en Roma los mejores colegios eran el alemán y el español, del que han salido grandes figuras». Entre risas afirma: «No llamamos tanto la atención como los alemanes y somos buenas cabezas».
La buena preparación de esta generación también se mide por el prestigio que han creado algunas instituciones como el Centro Español de Estudios Eclesiásticos, donde han realizado estudios de posgrado algunas de esas «buenas cabezas» como el arzobispo de Santiago o el de Sevilla. «España está jugando un papel muy importante a la hora de vivificar la Iglesia. Movimientos como el Camino Neocatecumenal ayudan a impulsar la acción social y espiritual. Además, también es importante la labor de las parroquias», insiste el rector del centro, Mariano Sanz. Asimismo, considera muy importante que los españoles tengan un peso dentro de la Santa Sede porque «la mitad de los católicos hablan nuestro idioma. Sobre todo a partir de la internacionalización de Pablo VI». La relevancia de la lengua es uno de los motivos que esgrime el obispo Celso Morga, secretario de la Congregación del Clero, para comprender nuestro peso en esta institución: «Para entender la idiosincrasia de los fieles de un país es conveniente conocer bien su lengua, su cultura, su historia... Por eso, se entiende que seamos tantos». Eso sí, deja claro que, «a pesar de tener un peso importante en la Curia, debemos evitar los nacionalismos de la Iglesia. Somos, en primer lugar, católicos». La responsabilidad de Morga y la de su Congregación es ahora mayor que hace un año, ya que recientemente ha recibido la competencia sobre los seminarios, en ámbito especialmente difícil hoy por la falta de interés que existe en el Viejo Continente por el sacerdocio: «Haremos lo posible para que la formación para este oficio sea verdaderamente seria y a la altura de las circunstancias que nos toca vivir».
Otra española que trabaja codo a codo con los clérigos romanos es Carmen Aparicio, profesora de Teología en la Universidad Gregoriana, una de las instituciones más prestigiosas de Roma y a la que han acudido muchos de los miembros de la Curia, asegura que «en mi centro se percibe un mayor interés por la Teología. Además de seminaristas y sacerdotes, en estos años aumenta el número de laicos y religiosas que estudian mi materia». Es una forma de comprender lo que nos rodea y más ahora, con la crisis social y económica que estamos atravesando. «La Teología mira al mundo», añade.
El anuncio del Santo Padre sorprendió a todos y especialmente a los que trabajan cerca de la Plaza de San Pedro, aunque cada uno, tras reflexionar un poco, va atando cabos. «De alguna forma, él ya lo había dejado entrever en alguno de sus escritos. Su amor a la Sagrada Escritura y a los Padres de la Iglesia será siempre un ejemplo para todos», explica a LA RAZÓN el padre Alfredo Simón, monje del Valle de los Caídos y relator de la Congregación para las Causas de los Santos. Otra de las figuras que representa a la Iglesia española dentro del Vaticano. Junto al padre claretiano Aitor Jiménez, de la Congregación para el Estudio de la Vida Consagrada, son los máximos representantes de las numerosas congregaciones españolas que tienen un papel fundamental dentro del Ministerio de Pedro. A monseñor José Manuel del Río, otro de los subsecretarios españoles y representante de la Santa Sede en el Consejo de Europa, le parecía sospechoso que el Papa convocara un consistorio público el lunes, «cuando no se trabaja en el Vaticano», explica. Al igual que el resto de compatriotas, comprende la decisión de su Santidad: «Ha tenido que afrontar situaciones muy difíciles y él es muy sensible». A la hora de describirlo, asegura que «es lo opuesto a Juan Pablo II, que sabía interactuar con grandes masas. El Papa es más tímido pero en el tú a tú es muy espontáneo, muy cercano».
Del Río lleva 18 años en el Vaticano y además de servir en la Curia es un enamorado del micrófono, dirigía el programa de Radio Vaticana y desde la Plaza de San Pedro «narré la elección del entonces cardenal Ratzinger». Reconoce el papel importante que tienen los españoles dentro del Vaticano, pero evita darse demasiada importancia: «Estamos aquí para mostrar nuestra fidelidad al romano Pontífice».
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