Catolicismo

En la Iglesia nadie se jubila

Benedicto XVI reivindica el papel de los ancianos en la sociedad, valora su «sabiduría de la vida» y pide a las familias e instituciones «más empeño» para que los mayores «puedan permanecer en sus casas»

El Papa se emocionó hablando con los ancianos que cuida la Comunidad de San Egidio en Roma
El Papa se emocionó hablando con los ancianos que cuida la Comunidad de San Egidio en Romalarazon

«¡Es hermoso ser anciano!». Con sus 85 años de edad, su bastón en la mano derecha y una sonrisa permanente, el Papa vivió el lunes una jornada de gran emoción al visitar una residencia para personas mayores en Roma gestionada por la Comunidad de San Egidio. Benedicto XVI, que dijo «conocer bien» los «achaques» y las «limitaciones de esta edad», se dirigió a todos los ancianos para subrayar todo lo bueno que tiene llegar a viejo al tiempo que lanzaba una advertencia a la sociedad. «A menudo se rechaza a los ancianos considerándolos como no productivos, inútiles. Las familias y las instituciones públicas deberían empeñarse más para que los ancianos puedan permanecer en sus casas. La sabiduría de la vida que portamos es una gran riqueza», recordó el Pontífice, afirmando que «la calidad» de una civilización se mide también por cómo trata a sus mayores.

El Papa, al que se veía muy alegre y emocionado, se encontró en la residencia con 28 hombres y mujeres entrados en años y con historias personales y problemas muy diferentes. Con todos ellos se detuvo, a todos los escuchó. Entre gestos de cariño y confidencias, conoció a dos centenarias, a varios enfermos después de una vida de duro trabajo o a una señora impedida que no paraba de decirle emocionada: «Es una gran alegría para mí verle».

El Pontífice, que alabó la labor de los jóvenes voluntarios que asisten a las personas mayores, recordó que el afecto es importante en todas las etapas de la vida y que «nadie puede vivir solo y sin ayuda». En una muestra de esa voluntad por rodearse de sus seres queridos, Benedicto XVI intenta encontrarse con su hermano, monseñor Georg Ratzinger, siempre que sus obligaciones se lo permiten. Estos días, de hecho, los dos hermanos están juntos en el Vaticano, pues el mayor de los Ratzinger, que es músico, recibió el pasado domingo un homenaje musical en la Capilla Sixtina. El Papa ha mostrado en varias ocasiones el respeto que siente hacia la ancianidad. En el Encuentro Mundial de las Familias de Milán, celebrado el pasado mes de junio, habló de la importancia de los mayores y dijo que él mismo se veía ya en sus últimos años.

También fue memorable el encuentro que mantuvo durante la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid con Sor Teresita, una religiosa de 103 años que llevaba 84 de clausura.