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Francisco: «Los jóvenes son el motor»
El Papa Francisco anunció hoy en Aparecida que volverá a este santuario mariano en 2017, año en el que se cumple el 300 aniversario de la aparición de la patrona de Brasil, Nuestra Señora de Aparecida, hallada en 1717.
El Papa Francisco volvió ayer al santuario de Nuestra Señora de Aparecida, la patrona de Brasil, un lugar de enorme significado para él. En 2007, cuando era arzobispo de Buenos Aires, participó en el encuentro de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (Celam) del que salió un documento que marcó el camino de renovación de la Iglesia del continente. El entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio lideró la redacción de este texto, que colocó a los católicos latinoamericanos a la vanguardia en la nueva evangelización y en la manera de afrontar la modernidad, sin miedos ni complejos. Las propuestas de renovación presentes en aquel documento vinieron de abajo hacia arriba, el mismo estilo que el obispo de Roma utiliza ahora para la reforma de la Iglesia universal.
Tras su llegada al solio pontificio hace cuatro meses, el documento de Aparecida se ha convertido en una de las grandes referencias de Francisco para llevar el timón de la barca de Pedro. Por eso quiso introducir esta visita, que antes no estaba prevista, en la agenda de su viaje a Brasil para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Francisco, que exhibe su devoción mariana hasta en su propio escudo, donde está presente una estrella que simboliza a la virgen, quería volver a rezar frente a la patrona de los brasileños.
También deseaba recordar el Papa los buenos momentos vividos en 2007 durante los trabajos del encuentro del Celam. Tuvieron lugar en el auditorio ubicado bajo el santuario, por lo que mientras los obispos latinoamericanos debatían y delineaban la respuesta que dar a los retos de la modernidad, los fieles y los religiosos imploraban con sus plegarias en el piso superior para que sus trabajos diesen buen fruto. «Puede decirse que el Documento de Aparecida nació precisamente de esta urdimbre entre el trabajo de los pastores y la fe sencilla de los peregrinos», dijo ayer Francisco en la homilía de la misa que presidió en el santuario ante decenas de miles de fieles.
El líder espiritual de los 1.200 millones de católicos pidió la ayuda de la virgen para que la Iglesia sea capaz de transmitir a los jóvenes «los valores que los hagan artífices de una nación y de un mundo más justo». Para ello citó «tres sencillas actitudes: mantener la esperanza, dejarse sorprender por Dios y vivir con alegría». En su primer punto, manifestó con énfasis que ante «el desaliento» que puede aparecer en la vida, hay que tener siempre la certeza de que Dios «en ningún momento nos abandona», pues «camina a nuestro lado». «Nunca perdamos la esperanza. Jamás la apaguemos en nuestro corazón. El mal existe en nuestra historia, pero no es el más fuerte. El más fuerte es Dios y Dios es nuestra esperanza», comentó. Ante los miles de jóvenes que le acompañaron en Aparecida, advirtió de que el mal se manifiesta entre ellos a través de «la sugestión de tantos ídolos» falsos que parecen «dar esperanza», como son «el dinero, el éxito, el poder y el placer». Ante el desaliento, la «soledad y el vacío» que acaban dejando estos objetivos de vida erróneos, el Papa pidió a los católicos que sean «luces de esperanza» con una «visión positiva de la realidad».
«Demos aliento a la generosidad que caracteriza a los jóvenes, ayudémosles a ser protagonistas de la construcción de un mundo mejor: son un motor poderoso para la Iglesia y para la sociedad», destacó. Los jóvenes, a su juicio, «no sólo necesitan cosas», pues lo más valioso que se les puede ofrecer son los «valores inmateriales» que arman el «corazón espiritual de un pueblo» y su «memoria».
En su homilía, pidió también la ayuda de la virgen para que los jóvenes se «dejen sorprender por Dios», para que sean conscientes de que Él «actúa también en medio de las dificultades» ofreciendo su amor de manera inesperada. Acabó Francisco su alocución con un tema al que ya se ha referido en otras ocasiones: la necesidad de que los católicos cambien el gesto mohíno por la alegría. «Jesús nos ha mostrado que el rostro de Dios es el de un Padre que nos ama. El pecado y la muerte han sido vencidos. El cristiano no puede ser pesimista. No tiene el aspecto de quien parece estar de luto perpetuo».
Al inicio de la ceremonia religiosa, el cardenal Raymundo Damascenso Assis, arzobispo de Aparecida y presidente del episcopado brasileño, le regaló al Papa una reproducción de la imagen de la virgen de Aparecida. El color negro de la talla simboliza el sufrimiento de los pobres y de los excluidos de la sociedad, en especial de la población brasileña de origen africano y de su sufrimiento por la esclavitud.
Al finalizar la misa, el Papa anunció en español que regresará a Aparecida en 2017, con motivo del 300 aniversario de la aparición de la Virgen de la Concepción Aparecida en el río Paraíba. Al asomarse al exterior, donde le esperaban miles de jóvenes, ha exclamado «recen por mí, necesito que Dios los bendigue, que nuestra señora de Aparecida los cuide. ¡Y hasta 2017, que voy a volver!».
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