Benedicto XVI
La abadía vecina al Cenáculo sufre un intento de incendio tras la misa del Papa
La abadía de la Dormición, vecina al disputado Cenáculo, sufrió hoy un intento de incendio pocos minutos después de que el papa Francisco celebrara una misa con diversos responsables religiosos en ese lugar donde la tradición cristiana sitúa la Última Cena, informaron a Efe varios testigos.
La abadía de la Dormición, vecina al disputado Cenáculo, sufrió hoy un intento de incendio pocos minutos después de que el papa Francisco celebrara una misa con diversos responsables religiosos en ese lugar donde la tradición cristiana sitúa la Última Cena, informaron a Efe varios testigos.
Según los mismos, poco después de que el pontífice abandonara el lugar, y cuando los franciscanos retiraban las cruces del recinto, un desconocido prendió fuego a un libro, lo introdujo entre los bancos y una pira de pequeñas cruces de madera, y desató un incendio que pudo ser rápidamente controlado.
"Llamamos inmediatamente a la Policía, y afortunadamente todavía estaba el dispositivo de seguridad por la visita del papa. Los bomberos vinieron y pudieron controlar las llamas", explicó a Efe uno de los monjes benedictinos que gestionan la abadía.
Efectivos de la policía israelí investigaban los hechos en el interior de la austera iglesia, construida en piedra, donde cuatro horas después del presunto ataque aún se percibía un potente olor a humo.
Otros testigos explicaron a Efe que poco después de que Francisco celebrara la polémica misa, un grupo de jóvenes ultraortodoxos en compañía de un rabino se habían enfrentado verbalmente a los frailes franciscanos, a los que acusaron de pervertir con sus cruces la santidad judía del edificio donde está el Cenáculo.
Los judíos creen que en los cimientos de este edificio, situado al sur de la ciudad vieja de Jerusalén, está la tumba el mítico rey David, y grupos de ultraortodoxos lo ocupan y rezan en la parte baja 24 horas al día.
Situado en el Monte Sión de la ciudad santa, extramuros, el Cenáculo estuvo durante 200 años en manos de la Custodia franciscana de Tierra Santa, pero Suleimán el Magnífico lo expropió en el siglo XVI y con la creación del Estado de Israel en 1948 pasó a estar bajo su administración.
Desde 1993, cuando Israel y el Vaticano establecieron relaciones diplomáticas, su gestión es objeto de una agria disputa, trabada por las susceptibilidades que despierta entre grupos nacionalistas judíos.
Tras la emblemática eucaristía de Francisco este lunes, el fraile franciscano y custodio de los Lugares Santos, PierBattista Pizzabala, se lamentó de que "no podamos celebrarla normalmente como hemos hecho hoy".
Muy frecuentado por turistas y peregrinos, las distintas órdenes cristianas en Tierra Santa sólo pueden celebrar misa en el lugar en Jueves Santo y Pentecostés.
La parte que reclaman los cristianos y los edificios aledaños han sido objeto en los últimos años de repetidos ataques, pintadas y manifestaciones de extremistas judíos que exigen la expulsión de los cristianos.
Las últimas protestas tuvieron lugar escasos días antes de la llegada de Francisco, en el marco de una serie de ataques de grupos de colonos judíos ultranacionalistas contra iglesias, mezquitas y otras propiedades palestinas, y azuzadas por un puesto pacto secreto entre el gobierno israelí y el Vaticano.
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