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«Los cardenales deben ser como una orquesta»

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Durante alrededor de tres cuartos de hora estuvo ayer Benedicto XVI despidiéndose personalmente de los más de 100 cardenales que se congregaron en la monumental Sala Clementina del Vaticano para decirle adiós por última vez

Durante alrededor de tres cuartos de hora estuvo ayer Benedicto XVI despidiéndose personalmente de los más de 100 cardenales que se congregaron en la monumental Sala Clementina del Vaticano para decirle adiós por última vez. En su último día como obispo de Roma, el Pontífice tuvo una sonrisa para cada uno de los Príncipes de la Iglesia que le han acompañado durante los últimos ocho años, llevando con él el timón de la barca de Pedro. Fue un encuentro muy emotivo, en el que muchos purpurados se emocionaron y la mayoría se quedó con ganas de conversar durante más tiempo con el Papa. Era curioso ver cómo un mayordomo tenía que recordarles a los purpurados cuando saludaban a Benedicto XVI que no se demorasen demasiado, pues si lo hacían, no iba a haber tiempo para todos.

En el encuentro, celebrado pocas horas antes de convertirse en obispo emérito de Roma, dedicó unas palabras de agradecimiento y reconocimiento a los cardenales. Les dijo que entre ellos está el «futuro Papa», al que desde ese momento prometió su «incondicionada reverencia y obediencia». «Deseo deciros que seguiré estando cerca de todos vosotros con la oración, especialmente en los próximos días, para que seáis plenamente dóciles a la acción del Espíritu Santo en la elección del nuevo Papa. Que el Señor os muestre lo que él desea», afirmó.

Tras agradecer las palabras que le dedicó antes de su alocución Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio, Benedicto XVI manifestó cómo en su opinión debe funcionar este organismo, clave en este momento que vive hoy la Iglesia por el periodo de sede vacante. El Colegio Cardenalicio ha de funcionar «como una orquesta» en la que las diferencias («expresiones de la Iglesia universal», dijo) deban llevar siempre a una «superior y concorde armonía». El símil hizo recordar el profundo amor de Benedicto XVI por la música.

Recordando sus palabras en la audiencia general del miércoles, en las que agradeció la colaboración de los purpurados durante su periodo en el solio pontificio, subrayó que la «cercanía» y el «consejo» de los cardenales había sido de «gran ayuda» durante su Ministerio. «En estos ocho años hemos vivido con fe momentos bellísimos, de luz radiante en el camino de la Iglesia, junto a otros momentos en los que alguna nube se ha hecho densa en el cielo», explicó. Tanto en una situación como en otra, el Papa y los miembros del Colegio Cardenalicio han intentado «servir a Cristo y a su Iglesia con amor profundo y total», pues ésta es «el alma de nuestro Ministerio».

Tiempo de esperanza

El trabajo conjunto de todos en este tiempo ha dado «esperanza», un don que «viene de Cristo», el único capaz de «iluminar el camino». «Juntos podemos dar las gracias al Señor que nos hace crecer en la comunión, y juntos orar para rogarle que nos ayude a que siga creciendo esta unidad profunda», deseó Benedicto XVI, mientras los cardenales presentes seguían sus palabras con extrema atención y le acompañaban con continuos gestos de afirmación.

Una vez más quiso dejar claro el Papa que su renuncia no significa que se olvide de la Iglesia ni de quienes a partir de ahora llevarán sus riendas. «Seguimos unidos, queridos hermanos, en este Ministerio: en la oración, especialmente en la Eucaristía cotidiana, y así servimos a la Iglesia y toda la humanidad. Esta es nuestra alegría, que nadie nos puede quitar», manifestó el ya obispo emérito de Roma.

Haciendo gala en una última ocasión de su vocación docente, Benedicto XVI recuperó una cita del teólogo y sacerdote Romano Guardini para explicar su fascinación por la constitución «Lumen Gentium», nacida del Concilio Vaticano II. Dice Guardini que la Iglesia «no es una institución construida sobre una mesa, sino una realidad viva. Vive a lo largo del tiempo, transformándose como todos los seres vivos. Sin embargo en su naturaleza es siempre la misma, y su corazón es Cristo».

Entre los cardenales presentes estaba el arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, quien dijo que el encuentro con el Papa había sido «muy emotivo». Sistach saludó directamente a Benedicto XVI, quien le dijo: «Tengo un recuerdo inolvidable de la Sagrada Familia».